Este símbolo pausa darse cuenta marcará cada pausa . Cuando lo veas, haz silencio interior y observa lo que sientes. 


La consciencia no es una línea recta. Es un río que serpentea, que se expande y se repliega, que toca orillas y luego vuelve a su cauce. Observar el fluir del darse cuenta es uno de los actos más transformadores que podemos hacer por nosotros mismos.

Te invito a sumergirte en esta práctica sutil pero profunda: detente por unos minutos y conviértete en el observador silencioso de tu propia atención. Nota cómo se mueve… cómo salta de una imagen a otra, de un pensamiento a una sensación, de una emoción a una expectativa.

Conexión e interrupción: el arte de observar el fluir de la consciencia

En el sutil espacio del presente, donde se despliega la consciencia, existe un fluir constante del darse cuenta. No es estático. Se mueve, respira, cambia. Te invito ahora a quedarte en ese fluir. A prestar atención con una suavidad despierta y a notar, con delicadeza, cómo todo lo que percibes va apareciendo uno tras otro.

Observa: tu atención se posa en una sensación, luego en un pensamiento, luego en un recuerdo, luego en un sonido. ¿Qué relación existe entre estas apariciones?… ¿Qué las une?…pausa darse cuenta

Mujer con los ojos cerrados y mirando a su interior

¿Cómo se entrelazan las cosas de las que te das cuenta?

Puede parecer que tu atención salta de un punto a otro sin conexión, pero si miras con profundidad, quizás descubras que hay un hilo silencioso tejiendo todo lo que emerge. A veces es una emoción sutil, otras un deseo no expresado, otras una preocupación escondida.

Permanece en ese fluir, sin forzarlo. Sólo obsérvalo. Deja que tu alerta viaje libremente, como una hoja sobre el agua. Y mientras se mueve, pregúntate: ¿hacia dónde se dirige?… ¿Qué patrón sigue?… pausa darse cuenta

El instante en que algo se interrumpe

Y entonces sucede. Algo cambia. El flujo se interrumpe, se corta, se desvía bruscamente. La mente se desconecta, la atención se pierde, la experiencia se diluye.

Cuando eso ocurra, no huyas. Detente y regresa al punto justo antes de la interrupción. ¿Qué estabas sintiendo?… ¿Qué pensamiento surgía?… ¿Qué sensación comenzaba a incomodarte?… pausa darse cuenta

Permanecer ahí por unos instantes puede revelarte verdades que tu consciencia, por protección, intentó esquivar.

El estado de alerta: ¿cómo se siente?

Estar en alerta plena no es estar en tensión. Es estar presente, receptivo, consciente de lo que es sin querer cambiarlo. Y en ese estado de presencia abierta, puedes notar algo más: ¿cómo te sientes al estar así?… pausa darse cuenta

¿Es agradable, como una brisa suave que recorre tu interior?… ¿O es desagradable, como si algo dentro de ti se resistiera a mirar?… pausa darse cuenta

Explora ambas sensaciones sin juicio. Porque tanto lo agradable como lo desagradable son puertas hacia tu verdad más profunda.

Agradable y desagradable: el arte de permanecer en la experiencia

Una vez más, vuelve a ese espacio sutil donde la consciencia fluye sin esfuerzo. Siéntate contigo, sin expectativas, y simplemente observa el movimiento de tu alerta interior. Permite que la atención se desplace suavemente, como si flotaras dentro de tu propio ser.

Y ahora, mientras percibes pensamientos, emociones o sensaciones… nota si eso que surge es agradable o desagradable para ti. pausa darse cuenta

¿Qué cambia cuando algo te resulta placentero o incómodo?

Tal vez lo agradable despierte una sensación de expansión, de calidez, de apertura. Quizás tu atención permanezca ahí más tiempo, deleitándose, relajándose. Pero cuando aparece algo desagradable… ¿qué sucede?… ¿Tu consciencia se contrae?… ¿Tu mente se distrae?… ¿Tu cuerpo se tensa?…pausa darse cuenta

Es natural. La mente humana ha aprendido a evitar el dolor, incluso el más sutil. Lo desagradable se convierte en una amenaza y, casi sin darnos cuenta, interrumpimos el fluir del “darse cuenta” como mecanismo de defensa.

¿Dónde permanece tu alerta por más tiempo?

Observa con sinceridad:

  • ¿Tu atención se queda más tiempo en lo que te agrada? pausa darse cuenta
  • ¿Tiende a escapar de lo desagradable sin explorarlo? pausa darse cuenta
  • ¿Notas menos detalles en las experiencias incómodas? pausa darse cuenta

Haz el experimento con gentileza. Porque en esa diferencia está la llave para conocerte más profundamente. Descubrirás que tu capacidad de estar presente se transforma según el tono emocional de lo que percibes.

Mujer en la playa cerrando los ojos

El patrón que se repite: evitar para no sentir

Muchas veces, la interrupción en el flujo del darse cuenta no es por el entorno, sino por lo que empieza a surgir en tu interior. Algo que te incomoda, que no quieres ver, que has aprendido a suprimir. Y así, sin darte cuenta, tu consciencia se desconecta… y aquello que necesitaba ser visto se queda en la sombra.

Evitar lo desagradable es una forma de reducir nuestra consciencia. Es como cerrar una ventana justo cuando empieza a entrar el viento. Protege… pero también aísla.

¿Qué pasa si dejas de evitar?

Si te descubres interrumpiendo el flujo, no te culpes. Solo vuelve a mirar con compasión lo que ocurrió justo antes de la interrupción. Pregúntate:

  • ¿Qué parte de mí está evitando esto? pausa darse cuenta
  • ¿Qué emoción no quiero sentir? pausa darse cuenta
  • ¿Qué verdad me da miedo mirar? pausa darse cuenta

Volver a ese punto es el acto más valiente y sanador que puedes hacer. Y no necesitas resolver nada… solo estar ahí, en presencia amorosa, sin huir.

Conclusión: Darse cuenta como camino hacia la totalidad

La práctica de observar el fluir de la consciencia nos invita a volver a nosotros mismos con una honestidad radical. Cada pensamiento, cada sensación, cada imagen interna es una pieza del rompecabezas de nuestro ser.

Cuando aprendemos a notar las interrupciones en ese fluir, comenzamos a descubrir las zonas de sombra que hemos evitado: emociones no procesadas, memorias rechazadas, deseos no escuchados. Y cuando elegimos mirar ahí, en lugar de huir, algo dentro de nosotros se expande, se ablanda y sana.

Nos damos cuenta de que lo agradable y lo desagradable no son enemigos, sino mensajeros. Ambos nos traen información valiosa sobre quiénes somos, sobre qué necesitamos, sobre dónde aún hay heridas por abrazar.

Evitar lo desagradable limita nuestro crecimiento. Pero acogerlo nos vuelve completos.

El darse cuenta —cuando es honesto y sin juicio— se convierte en un acto sagrado. Es el primer paso para dejar de reaccionar y comenzar a vivir desde la presencia.

Así que, cada vez que notes que tu consciencia se interrumpe… no huyas. Vuelve. Respira. Y permanece un instante más donde normalmente te vas. Allí, en ese silencio, hay una puerta abierta hacia ti mismo.

Actualizado el 28 de junio de 2025 para reflejar nueva información.

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