Las relaciones sociales, son parte esencial de la vida de cualquier ser humano. Al ser seres sociales, los humanos necesitan en buena medida, crear conexiones que les unan a otros seres humanos para sentirse completos. Por desgracia, algunas veces esta necesidad de relacionarse y mantener una conexión con alguien, se convierte en una dependencia emocional que no nos permite funcionar, actuar o sentirnos bien, a menos que este alguien con nosotros el mayor tiempo posible, desencadenando episodios de celos, actitudes irracionales, episodios de depresión y ansiedad, entre otros.
La dependencia emocional es un tema muy recurrente en personas que han estado o aún están, en una relación la cual ha sido inestable e insatisfactoria, pero que no pudieron o no han podido abandonarla. Frases como «sin él/ella, me siento vacío(a)«, «sin él/ella, nada tiene sentido«, «no vale la pena vivir sin él/ella«, no sólo son frases populares en canciones románticas, sino que también conforman el léxico de las personas que actualmente son dependientes emocionales o que en algún punto de su vida, estuvieron en una relación en las que fueron emocionalmente dependientes.
Pero…
¿Qué es la dependencia emocional?
Hay que hacer diferenciaciones especificas entre algunos conceptos que pueden confundir a las personas, evitándoles ver lo que realmente es una dependencia emocional.
Primeramente, la dependencia emocional no es lo mismo que amor, por muy incondicional que este sea. El amor conlleva un componente de confianza y de aceptación de la otra persona con sus virtudes y defectos, sin permitir que estos últimos sean motivo de sufrimiento extremo. En el amor no existen víctimas, ni victimarios y lo que se hace por la otra persona, no lleva como objetivo una posible retribución. Ninguna de estas características se presentan en la dependencia emocional. Dentro de esta la confianza es inexistente, el intento de cambiar o “arreglar” a la otra persona son innumerables y al no tener éxito, se crea una estela de victimización, además que todas las acciones que se realizan van dirigidas a mantener a la persona objeto de dependencia al lado del dependiente.
También hay que separar la dependencia emocional de la codependencia. Si bien están muy ligadas, no deben ser confundidas, pues son términos que se aplican para dos fenómenos distintos. En este caso, la codependencia es un sistema binomial disfuncional compuesto por el dependiente y el codependiente. La parte “dependiente”, es una persona con problemas de adicción –sean droga, juegos de azar o cualquier otro tipo de adición-, mientras que la parte “codependiente” es la persona que le cuida de una forma obsesiva. Puede llegar al punto de descuidar otras áreas vitales, como la social, laboral y familiar. La codependencia también es aplicable en el caso de que la parte “dependiente”, en vez de ser adicta, sea una persona con una enfermedad crónica o incapacitante.
Así pues, podemos definir la dependencia emocional como “un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas, que se buscan cubrir de manera desadaptativa con otras personas” (Jorge Castelló, 2000). Podemos decir que la dependencia emocional, es como una adicción a las relaciones interpersonales y de pareja, en las cuales se busca llenar el vacío dejado por las necesidades insatisfechas, con relaciones afectivas que en su mayoría no son capaces de cumplir este objetivo.
La mayoría de las veces, podemos encontrar el origen de estas necesidades insatisfechas, en la familia. Debemos entender que la dependencia emocional, cuando somos niños, es algo natural. Dependemos de nuestros padres en todos los aspectos para poder sobrevivir. En este caso, es probable que alguno de los padres, o los dos, fueran incapaces de satisfacer las necesidades emocionales de la persona que sufre de dependencia emocional. Al no poder satisfacer estas necesidades emocionales en la familia, se busca la satisfacción de las mismas, en las relaciones, pero de una forma que no va acorde a la etapa del ciclo vital en que se encuentra la persona, ni es acorde al tipo de relación que caracteriza a la relación de pareja.
Características de las personas con una dependencia emocional
Ansiedad de separación
La persona dependiente, no soporta la idea de que la pareja o persona objeto de su dependencia, se aleje física o emocionalmente de ella, aunque esta separación solo sea por un tiempo mínimo determinado, o la separación sea por alguna situación ajena a la voluntad de ambas partes. Este miedo a la separación crea una percepción errada de la pareja objeto de dependencia emocional, convirtiéndola en algo indispensable para poder vivir feliz, en calma y como la única opción para evitar sentir la angustia que genera la soledad.
Necesidad obsesiva por la expresión de afecto
La persona que tiene una dependencia emocional, necesita una reafirmación constante de que está cerca de ella o de él, física y emocionalmente, y utiliza las expresiones de afecto para medir esto. Recordemos que en la dependencia emocional hay un componente de desconfianza en la pareja y una necesidad de amor incondicional, que requieren de expresiones de afecto constante para ser subsanadas. Cuando las demandas de afecto no son satisfechas, la inseguridad, la desconfianza, el miedo de abandono y la angustia, se apoderan de la persona con una dependencia emocional.
Alteración de planes para complacer a la otra persona
Para el dependiente emocional, la pareja es el centro de su universo. No dudará en cambiar sus planes o inclusive modificar sus conductas para satisfacerla. Sin embargo esto no es algo desinteresado, ya que la persona dependiente espera que estas actuaciones sean recíprocas. Espera que la otra persona también se desviva por satisfacer sus necesidades sin importar nada más y olvidándose de sus propias necesidades. Cuando esto no ocurre, la persona dependiente emocional, se empieza a ver como una víctima.
1. Miedo a la soledad: Es un miedo que cualquier ser humano puede sentir, pero que en el caso del dependiente emocional, es extremadamente exacerbado. Esta es una de las características que mejor puede reconocer el dependiente en sí mismo. Hace que vea a su pareja como indispensable para poder vivir.
2. Expresión Límite: Al presentarse la posibilidad de separación por ruptura de relación, la persona dependiente emocional comienza a expresar la realización de acciones y actitudes límites, con el fin de mantener a la pareja a su lado. Estas expresiones se dan como intentos desesperados a aferrarse al objeto de su dependencia. Las más comunes son las amenazas de lastimarse a sí mismo o a otras personas.
3. Búsqueda de atención: El dependiente emocional busca todos los medios posibles para mantener focalizada la atención de su pareja hacia él/ella. En este caso, hablamos de expresiones positivas, que mantengan a la pareja del dependiente contento(a). Esto se hace sin importar que la actividad o la expresión positiva sea del agrado del dependiente.
Es usual que las relaciones sentimentales del dependiente emocional sean inestables. Suelen tener rupturas y restablecimientos constantes de dicha relación, hasta que finalmente se da una ruptura definitiva.
Si bien durante toda la relación, él/la dependiente emocional pudo estar inconforme e incómodo con su propia actuación, es solo en este momento de ruptura, donde puede decirse que toca fondo y empieza a buscar ayuda, reconociendo muchas veces su actuación dependiente.
¿Cómo combatir la dependencia emocional?
Ciertamente es una tarea muy difícil, pues se trata de modificar conductas y pensamientos muy arraigados en el individuo. Sin embargo, no es una tarea imposible y podrá lograrse siempre que exista un deseo inequívoco de cambio y se logre desarrollar una buena disciplina. A continuación presentaremos un ejercicio que puede ayudar a combatir la dependencia emocional.
Rompiendo Lazos
Como su nombre lo sugiere, este ejercicio busca romper los lazos a los demás y empezar a sentirnos libres y seguros de nosotros mismos. Para implementar este ejercicio de la manera más óptima, es necesario que:
- Busquemos un lugar privado y tranquilo donde no seamos interrumpidos.
- La duración del ejercicio será de 40 minutos y puedes repetirlo cuando sea necesario, es decir cuando empieces a sentirte mal.
- Aunque no es indispensable para su realización, recomendamos que las primeras veces que se haga este ejercicio, se haga con un asistente que sirva como guía en la experiencia.
Primer paso: Piensa en la persona con quien tienes esta dependencia psicológica y cuya sola presencia te cohíba para la toma de decisiones o para actuar libremente. Puede ser alguien de quien estés enamorado, o con quien te sientas comprometido, observado, juzgado o sujeto por alguna situación. Puede estar viva o muerta. Piensa detenidamente en el tipo de lazo que te une con ella.
Segundo paso: Cierra los ojos y piensa que esa persona se encuentra parada frente a ti. Mírala detenidamente, tócala con tu mente e imagina lo que siente cuando la tocas. Date cuenta de lo que tú sientes al tocarla. Respira profundamente. Después de respirar, percibe la sensación de estar conectado con esta persona y tu relación con ella. ¿Cómo sabes que dependes de ella? Imagina ahora a esta persona junto a ti y piensa. Si estuvieran ligadas físicamente, ¿qué parte de su cuerpo y del tuyo estarían conectadas? ¿Cómo sería esta conexión?
Tercer paso: Ahora, respirando profundamente, sólo por unos instantes, trata de liberarte de esta conexión. Corta mentalmente ese lazo, cadena o lo que te tenga unido a ella. Retírate de esa persona para pensar y sentir la nueva experiencia. Sólo imagínalo.
Cuarto paso: Párate ahora enfrente de esa persona. Encuentra la intención positiva que existe para que esta situación de dependencia emocional se dé entre los dos. ¿Qué beneficio obtengo con esta dependencia? Puede ser protección, seguridad, autoestima… Piénsalo detenidamente.
Quinto paso: En este momento, en otra parte de tu espacio mental, coloca tu “yo ideal”, tal como quieres que sea, seguro, independiente, libre, autosuficiente. Es un “yo” que ya ha resuelto el problema, que te quiere, desea protegerte y cuidarte. Ponle movimiento y una voz. ¿Qué hace, cómo se mueve, qué dice? ¿Qué sientes al verlo y escucharlo? Respira profundamente.
Sexto paso: Voltea y observa nuevamente la imagen en la que estás vinculado al otro. Ve y siente este vínculo otra vez. Respira profundamente. Desconecta o corta ese lazo nuevamente y reconéctate de inmediato con tu “yo ideal”, del mismo modo que estabas conectado con la otra persona. Siente la diferencia de esta nueva emoción y déjate invadir por ella.
Séptimo paso: Toma el tiempo necesario para disfrutar este nuevo vínculo con alguien con quien siempre puedes contar: tú mismo. Agradece a ese “yo” que esté ahí para ti solamente y que ahora te proporciona lo mismo que la otra persona te daba. Este “yo” es el que siempre te acompañará a partir de hoy. Un compañero que se ocupa de ti y garantiza tu seguridad a cada momento. Respira profundamente.
Octavo paso: Ahora mira otra vez a la otra persona a la que estabas vinculada y date cuenta de cómo este vínculo ya no existe.
Noveno paso: Observa cómo esa persona también se vincula a su “yo ideal”, al igual que tú lo hiciste. Respira profundamente y libérala también.
Decimo paso: Regresa a la imagen de ti y tu “yo ideal” conectados. Poco a poco trae esta imagen hacia ti respirando profundamente e INTEGRÁNDOLA a tu pecho. Mantén unos instantes este estado de libertad y seguridad. Después de un par de respiraciones, abre los ojos.
Conclusión:
Hemos visto que es la dependencia emocional, cuál es su origen y cómo podemos combatirla. Al final, el paso más importante es admitir que poseemos una dependencia y que las acciones que desencadena, lejos de ser muestras de amor, son intentos desesperados por retener el objeto de dependencia.