Cuando hablamos de temas místicos como «la realidad tridimensional«, el «ascenso a la quinta dimensión» o el «elevar el vibración«, puede parecer que estamos hablando de algo sacado de una película de ciencia ficción. Incluso para aquellos que han explorado su espiritualidad, tratar de explicar los conceptos y entender las dimensiones en palabras que sean claras y comprensibles para alguien sin conocimiento previo, puede ser un desafío.
Para comprender y entender mejor cómo funcionan las dimensiones y qué significa vivir en diferentes niveles de consciencia, debemos entender que una dimensión NO es un lugar físico sino un estado del ser. En otras palabras, cada dimensión es un punto de percepción único desde el cual experimentamos la realidad. Todo es percepción!
Por ejemplo, aquellos que viven desde la consciencia de la tercera dimensión están experimentando la misma realidad que aquellos que viven en la cuarta o quinta dimensión, pero su forma de percibir y experimentar esa realidad es completamente diferente. Esto significa que todo es percepción, y que nuestra forma de percibir el mundo determina nuestra experiencia de él.
Al ver las cosas de esta manera, podemos identificar con qué dimensión estamos resonando principalmente y trabajar para elevar nuestra vibración a niveles superiores de consciencia. En la tercera dimensión, la realidad se experimenta a través de la dualidad y la separación, lo que puede llevar a juicios y a competencias. La cuarta dimensión, la realidad se experimenta a través de la conexión y la compasión, lo que nos lleva a una mayor empatía y colaboración. Y ya en la quinta dimensión, la realidad se experimenta a través de la unidad y la consciencia colectiva, lo que nos lleva a una comprensión más profunda de nuestra interconexión con todo lo que nos rodea.
Si bien podemos tener muchos amigos o familiares que están arraigados en la tercera dimensión, es posible que nos encontremos vibrando en una frecuencia más elevada, como la consciencia de la quinta dimensión. Es importante recordar que no se trata de ser mejor o peor que los demás, sino simplemente que estamos en diferentes etapas de nuestro viaje de ascensión. Tratar de forzar a alguien que está en la 3D a ver el mundo desde una perspectiva de 5D no es para nada efectivo. Es importante permitir que cada individuo siga su propio camino y se alinee energéticamente con la frecuencia que sea adecuada para su propia evolución. Con el tiempo, a medida que cada uno avanza en su propio proceso de ascensión, las perspectivas de la quinta dimensión pueden volverse más evidentes y naturales para ellos, y llegamos a entender todas las dimensiones.
A continuación vamos a presentar algunos ejemplos de patrones de pensamiento que reflejan la percepción de la realidad desde la tercera, cuarta y quinta dimensión.
La realidad de tercera dimensión – El reino físico
La realidad de la tercera dimensión se refiere al reino físico en el que experimentamos nuestra existencia cotidiana. En esta dimensión experimentamos la dualidad, la polaridad y la separación. Es una realidad en la que nos identificamos principalmente con nuestro cuerpo físico y las sensaciones que experimentamos a través de él. Nos vemos a nosotros mismos como entidades individuales en contraste con otras personas y el universo en general. En esta dimensión, a menudo juzgamos a los demás y nos sentimos justificados al hacerlo, basándonos en características como el color de piel, la edad, el género, el estado financiero, etc.
Identificamos nuestra existencia como un ser humano, el pensador de nuestros propios pensamientos. Nuestras experiencias están limitadas por las leyes físicas y biológicas del mundo en el que vivimos. Buscamos la felicidad en el mundo exterior a través de cosas como el dinero, las posesiones materiales, las relaciones y los atributos físicos, que parecen ser la clave de nuestra realización. En la tercera dimensión, la competencia con otros para «lograr» y obtener nuestra parte de la abundancia es una norma común y a veces quedamos atrapados en la lucha por la supervivencia, la competencia y la búsqueda de poder y riqueza material.
En esta dimensión, la percepción de la realidad es predominantemente a través de los cinco sentidos físicos, lo que significa que nuestras experiencias están limitadas por lo que podemos ver, oír, sentir, saborear y oler. Nuestra comprensión del mundo es limitada por nuestra capacidad para procesar y comprender esta información sensorial.
En esta realidad, vemos la vida a través de la lente de la dualidad, en la que hay polos opuestos que se contrastan entre sí. Esto se manifiesta en la forma en que categorizamos nuestras experiencias, decisiones y pensamientos como buenos o malos, correctos o incorrectos, virtuosos o malvados. También tendemos a etiquetarnos a nosotros mismos, definiéndonos a través de títulos como padre, esposa, hijo, dueño de casa, el título de nuestro trabajo, etc.
La tercera dimensión también se caracteriza por una fuerte identificación con la individualidad y el ego. Vemos a los demás y a nosotros mismos como seres separados y distintos, lo que a menudo nos lleva a la competencia, el conflicto y la separación.
Aunque la tercera dimensión puede parecer limitante y restrictiva, es importante recordar que esta realidad física es una parte esencial de nuestro viaje evolutivo. Es a través de nuestras experiencias y desafíos en esta dimensión que tenemos la oportunidad de aprender, crecer y evolucionar.
Realidad de cuarta dimensión – El pasillo hacia la quinta dimensión, la consciencia que comienza a despertar
La cuarta dimensión es un estado de consciencia que nos sitúa en un pasillo hacia la quinta dimensión. Es una etapa en la que la luz de la consciencia comienza a despertar en nuestro interior y nos abrimos a nuevas percepciones y experiencias. A medida que nuestra perspectiva cambia, nuestros sistemas de creencias de la realidad tridimensional pueden parecer absurdos o limitantes. En lugar de enojarnos o resentirnos con la sociedad, nos enfocamos en nuestra propia evolución y crecimiento.
En esta dimensión, podemos experimentar sensaciones y percepciones más intensas y profundas. Nuestras emociones y pensamientos se vuelven más claros y nos permiten ver la realidad con mayor profundidad. Nos volvemos más conscientes de nuestras elecciones y acciones, y comenzamos a asumir la responsabilidad de crear nuestra propia realidad.
En la cuarta dimensión, también nos enfrentamos a nuestros miedos y limitaciones. Es una oportunidad para liberarnos de patrones de pensamiento y comportamiento que ya no nos sirven y para expandir nuestra comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Aunque la comparación y el juicio aún pueden existir en la cuarta dimensión, nos movemos hacia temas más espirituales y profundos. En lugar de etiquetarnos como «despiertos» o «dormidos», buscamos comprender y conectarnos con la unidad de toda la existencia.
La atención se desplaza hacia la búsqueda del conocimiento y la comprensión, y no solo hacia la acumulación de cosas materiales. No nos centramos en conspiraciones y teorías de la conspiración, sino que lo hacemos en nuestro propio camino de autodescubrimiento y transformación personal.
A medida que nuestra consciencia se expande, reconocemos que el ego no es nuestro enemigo, sino una parte integral de nuestra experiencia humana. En lugar de tratar de deshacernos de él, aprendemos a integrarlo en nuestra consciencia más amplia y a usarlo de manera positiva.
En la cuarta dimensión, comenzamos a percibir el tiempo de una manera diferente, como si estuviéramos en un espacio intermedio entre el pasado y el futuro. El tiempo ya no es lineal, sino que se vuelve más fluido y flexible. A medida que nuestra consciencia se expande, comenzamos a reconocer la interconexión entre todas las cosas y el papel que cada uno de nosotros juega en el universo.
Realidad de la quinta dimensión – La consciencia de unidad, el Todo es el Uno, y el Uno es el Todo
La realidad de quinta dimensión es un concepto cada vez más común en el ámbito de la espiritualidad y la metafísica. Se trata de una visión de la existencia que va más allá de las limitaciones del mundo físico y de las cuatro dimensiones que conocemos. Es una perspectiva que se alcanza a medida que la consciencia se expande y el ego disminuye. En esta dimensión, los juicios y prejuicios empiezan a desvanecerse, permitiendo reconocer que la oscuridad del mundo es un reflejo de nuestra propia sombra.
En lugar de tratar de cambiar el mundo, nos enfocamos en nuestra propia curación. El amor que surge desde nuestro interior, se traduce en compasión y comprensión hacia el mundo que nos rodea. El amor es la fuerza más poderosa que existe.
En esta dimensión, dejamos de aferrarnos a las etiquetas y nos vemos a nosotros mismos como un campo de consciencia en constante evolución. Entendemos que tenemos el poder de crear nuestra percepción de la realidad, y que nada es inherentemente «bueno» o «malo». Nada tiene poder sobre nosotros o nuestra realidad a menos que lo hayamos aceptado a un nivel profundo.
La quinta dimensión nos invita a liberarnos de nuestras limitaciones y a abrazar nuestra verdadera esencia. Es una invitación a explorar nuestra propia consciencia y a descubrir la interconexión entre todas las cosas. Al abrazar esta perspectiva, podemos vivir en un estado de mayor compasión, amor y libertad.
La quinta dimensión representa una evolución en la forma en que percibimos y nos relacionamos con el mundo. En este estado de consciencia, el juicio se transforma en discreción, permitiéndonos tomar decisiones informadas sobre cómo utilizamos nuestro tiempo y energía, sin juzgar moralmente a los demás.
Comenzamos a reconocer que «Dios», «el Universo» o «la Fuente» reside dentro de nosotros mismos. A medida que el maestro interior despierta, nos damos cuenta de que siempre hemos tenido el poder de crear nuestra realidad y que el miedo al control mental y la manipulación desaparece.
En la quinta dimensión, nos volvemos más conscientes de nuestra propia divinidad y de nuestra capacidad para crear nuestra propia realidad. Nos liberamos de los patrones limitantes y abrazamos nuestra propia sabiduría interior. En este estado de consciencia, somos capaces de ver más allá de las limitaciones del mundo físico y conectarnos con la esencia misma del universo.
La interconexión de todas las cosas
En la quinta dimensión, entendemos que todo está conectado y que no existe la separación entre los seres y las cosas. La consciencia de unidad es el núcleo de esta perspectiva, y se considera que es la clave para comprender la verdadera naturaleza del universo.
Desde esta perspectiva, el Todo es el Uno y el Uno es el Todo. Esto significa que todo lo que existe es una manifestación de una única fuente de energía y consciencia, y que cada ser es, en esencia, una parte integral de ese Todo.
La realidad de quinta dimensión se caracteriza por una mayor consciencia de la interconexión de todas las cosas. Se considera que la separación entre el sujeto y el objeto es una ilusión, y que en realidad todo está interrelacionado. Por lo tanto, las acciones y decisiones de cada individuo tienen un impacto en todo lo demás.
El tiempo y el espacio
En la quinta dimensión, la percepción del tiempo y del espacio también es diferente. Se entiende que el pasado, el presente y el futuro coexisten en un momento eterno y que la experiencia del tiempo es subjetiva. Del mismo modo, la noción de espacio se expande más allá de los límites físicos y se entiende que todo existe en una misma realidad.
La consciencia de unidad y la comprensión de que el Todo es el Uno y el Uno es el Todo, son fundamentales en la búsqueda de una vida más plena y significativa. Al reconocer la interconexión de todas las cosas y el impacto de nuestras acciones, podemos cultivar una mayor compasión, empatía y respeto por todo lo que nos rodea.