Todas las emociones no son iguales ni encuentran el mismo grado de aceptación en nuestra sociedad. Casi siempre, expresarse llorando es un motivo de tristeza y es motivo de preocupación. La emoción más aceptada es la felicidad, básicamente porque es un signo de seguridad, confianza y éxito. Por eso, en ocasiones nos vemos obligados a fingir la felicidad, respondemos que estamos bien y esbozamos una sonrisa, aunque por dentro estemos destrozados. Y es que la felicidad nos asegura el éxito social, nos hace ganar amigos y transmite una imagen de éxito.
La tristeza, sin embargo, está catalogada como una emoción negativa, una emoción que se debe esconder y de la que incluso nos deberíamos avergonzar. Las expresiones de la tristeza, como los hombros caídos, la mirada triste y el llanto, son considerados signos de debilidad e inseguridad. Sin embargo, la tristeza y las lágrimas también tienen su cometido, lo ha ejemplificado perfectamente hace poco la película “Inside Out” de Pixar.
Una sociedad que siempre demanda que estemos felices y alegres, dispuestos a comernos el mundo, simplemente es tremendamente injusta. Porque no funcionamos así, a menudo nos entristecemos y lloramos. Estigmatizar la tristeza y el llanto solo sirve para hacernos sentir aún peor, para que pensemos que no somos lo suficientemente fuertes, como para aguantar los problemas sin venirnos abajo.
Sin embargo, en realidad las personas que se atreven a mostrar su tristeza y a expresarse llorando, tienen un mayor equilibrio emocional que aquellas que reprimen las lágrimas y esconden sus sentimientos. Un proverbio irlandés dice que “Las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se derraman”.
¿Por qué las personas que tienden a expresarse llorando son más equilibradas emocionalmente?
1. No reprimen sus emociones
Si te sientes pletórico de alegría, ¿esconderías tu sonrisa?… Si escuchas un ruido en casa por la noche, ¿no te asustarías?… Entonces, no hay motivos para esconder la tristeza. Solo las personas seguras de sí mismas, con una gran Inteligencia Emocional, son capaces de reconocer sus emociones y expresarlas, aunque estas sean consideradas “negativas”. Se necesita mucho coraje para ir contracorriente y expresar quién eres en realidad o cómo te sientes en ese momento. De hecho, el filósofo Séneca afirmó que “no hay mayor causa para llorar que no poder llorar”.
Mantener la mente fría y reprimir las emociones tiene un gran costo, no solo para nuestra salud psicológica sino también física. Numerosos estudios han vinculado la represión emocional con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como el asma, la hipertensión y las patologías cardíacas. Curiosamente, un estudio realizado en la Universidad de Stanford descubrió que las personas que suelen reprimir sus emociones, reaccionan ante la presión y el estrés de manera exagerada, con un mayor aumento de la presión arterial que las personas catalogadas como ansiosas. Esto nos indica que esa “calma aparente” en realidad no es buena para nuestro equilibrio emocional.
2. Aprovechan las lágrimas para cambiar la perspectiva
¿Sabías que las lágrimas alivian el estrés, la ansiedad, el dolor y la frustración?… Las lágrimas no solo son el agua con la que limpiamos el alma, sino que también limpian nuestros ojos, para permitirnos ver la situación desde otra perspectiva. Las lágrimas no nos drenan, al contrario, nos fortalecen y nos permiten crecer. Ya lo decía la poeta uruguaya Sara de Ibáñez: “Voy a llorar sin prisa. Voy a llorar hasta olvidar el llanto y lograr la sonrisa”.
De hecho, el 70% de las personas piensa que expresarse llorando es reconfortante. Y es que el llanto nos permite ver la situación desde una perspectiva más positiva. Cuando terminamos de llorar, nuestra mente se encuentra más despejada y, aunque inmediatamente nos resultará difícil hilar las ideas, a los pocos minutos seremos capaces de analizar la situación desde otro prisma. Esto se debe a que nuestras emociones se han equilibrado y nuestra mente racional está preparada para entrar en acción.
3. Expresarse llorando es terapéutico
¿Sabías que el llanto estimula la liberación de endorfinas en nuestro cerebro, unas hormonas que no solo nos ayudan a aliviar el dolor sino que también fomentan un estado de relajación y paz?… Es por eso que después de llorar, nos sentimos mucho mejor y más relajados. De hecho, se ha apreciado que no es conveniente cortar el llanto, sino dejar que fluya, porque la primera etapa solo tiene un efecto activador, pero la segunda fase tiene un efecto calmante que reduce la frecuencia cardiaca y respiratoria, propiciando un estado de relajación. Y es que a veces, el llanto es más beneficioso que la risa.
Un estudio realizado en la Universidad de Florida descubrió que el llanto es profundamente terapéutico, sobre todo cuando funge como un «remedio relacional», es decir, cuando nos acerca a las otras personas y estas nos brindan consuelo. También apreciaron que el llanto triste, ese que está destinado a crear nuevos vínculos después de una pérdida, tiene un poder catártico.
4. No se someten a las expectativas sociales
Las personas que no tienen miedo a expresarse llorando, se sienten mucho más libres, son capaces de expresarse sin verse atadas por los convencionalismos sociales. Estas personas no tienen miedo a decepcionar a los demás ni a mostrar su supuesta debilidad, porque saben que en realidad llorar no implica nada de eso.
Las personas que lloran, están dispuestas a seguir sus instintos y no quieren verse maniatadas por las expectativas sociales. Esa conciencia las lleva a ser más libres y a llevar una vida según sus propias reglas. Estas personas son verdaderos “activistas” que luchan por una sociedad más sana emocionalmente donde las personas no se vena obligadas a esconder lo que sienten.
5. Conectan emocionalmente a través de las lágrimas
El llanto es una de las expresiones más íntimas de nuestros sentimientos. Cuando lloramos delante de alguien, es como si estuviésemos desnudando nuestra alma. Por eso, las lágrimas ayudan a crear una conexión muy especial, es como si conectáramos directamente a través de nuestro “yo” más profundo.
Cuando una persona “acepta” esa tristeza, sin pretender huir de ella ni brindar falsas palabras de aliento, simplemente nos apoya y se mantiene a nuestro lado, se crea una conexión única. De hecho, una de las funciones de las lágrimas es precisamente la de pedir ayuda, aunque sea de manera indirecta, mostrando nuestra indefensión, para que los demás se acerquen a confortarnos.
Por tanto, el llanto y la tristeza no se deben percibir como un signo de debilidad, sino como una señal de fortaleza interna y de atención plena. No lloramos porque seamos débiles o incapaces, sino porque estamos vivos y no nos avergonzamos de expresar lo que sentimos.
Así que hagamos caso al poeta argentino Oliverio Girondo: «Llorar a lágrima viva, llorar a chorros… Llorarlo todo, pero llorarlo bien. (…) Llorar de amor, de hastío y de alegría…»
Fuentes:
Hendriks, M.C.; Rottenberg, J. & Vingerhoets, J.J. (2007) Can the distress-signal and arousal-reduction views of crying be reconciled? Evidence from the cardiovascular system. Emotion; 7: 458–463.
Rottenberg, J.; Bylsma, L. M. & Vingerhoets, J. J. (2005) Is Crying beneficial? Current Research in Psychological Science; 17(6): 400-404.
Levoy, G. (1988) Tears that Speak. Psychology Today; 22(7/8): 8- 10.
King, A. C. et. Al. (1990) The relationship between repressive and defensive coping styles and blood pressure responses in healthy, middle-aged men and women. J Psychosom Res; 34(4): 461-471.
Jennifer Delgado
Fuente: Rincón de la Psicología