«Precisamente porque él mismo fue sometido al sufrimiento y a la prueba, puede socorrer ahora a los que están bajo la prueba» (Heb 2,18)
Durante un largo periodo de estudio y de experiencias sobre la senda del auto-conocimiento y el misterio propio, la noche oscura del alma, el reflujo substancial de su acción en los distintos devenires y principios de existencia que vamos contactando, es una constante cíclica en todos los buscadores y peregrinos del mundo espiritual.
A medida que abandonamos las viejas formas y patrones y nuestra “mente” se abre a la posibilidad de la manifestación divina, la psique y los campos emocionales amplían sus corrientes vibratorias y se convierten en escenarios refinados donde el Alma puede comenzar su andadura completa y puede desplegar la dinámica evolutiva de perfección original del ser que encarna.
Durante el proceso, a medida que nuestra “investigación” personal progresa por las distintas expresiones de los campos psicológicos, el mundo intuitivo, el alma se libera poco a poco de las limitaciones que durante un largo periodo de sueño la han mantenido alejada de la conciencia inminente de su totalidad.
Así la “nueva perspectiva” avanza inspirada por un halo de luz subjetiva que en distintas progresiones de luz va acariciando niveles y vehículos de nuestro ser, reinos dévicos, células y moléculas que en un proceso de receptividad contactan con sus “cualidades energéticas” no limitadas por patrones o creencias antiguas, “despertando y liberándose” al nutrirse de la fuerza del Alma que se redescubre.
Los primeros impulsos de luz del Alma están condicionados a los muchos estados de conciencia y a las cualidades y fuerzas que éstos expresan en el mundo fenómenico, mental, astral del espacio-tiempo. Según los distintos grados de vibración, los planos de manifestación, o las etapas de desarrollo, el Alma, la conciencia crística, escenario principal de la triplicidad superior humana, va variando la “experiencia de si misma”, recorriendo una serie de “contactos” que van perfilando las claves de la relación, que van destilando la esencia de la vida que subyace bajo toda expresión o conciencia, acercándose lentamente a la “liberación”.
“La liberación” o la síntesis de las triplicidades del hombre y de toda forma, se produce a raiz de la serie gradual de experiencias de la conciencia sobre los distintos planos. Así la luz del Alma que oculta, omniabarcante y subjetiva progresa insuflando a la forma objetiva sus cualidades trascendentales, va purificando, sacralizando la materia, experimentándola desde su propia profundidad, hasta que la simbiosis, la sincronicidad y el ritmo vibratorio se unifican consiguiendo un grado de igual pureza que le permite la “experiencia” o la conciencia omnisciente donde todo está sincronizado y sintonizado en el gran Todo.
La investigación, la experiencia, la búsqueda interna que nos permite encontrar retazos del ser multidimensional que somos en cualquier átomo, molécula o expresión que se manifieste en nosotros, nos conduce a un largo período, a un experimento individual e íntimo donde la “perspectiva intuitiva” o reino del Alma interactúa con los distintos espacios y cualidades de la triplicidad.
Dice el antiguo comentario: “Para él, la sombra vela el reflejo y, sin embargo, ve la Luz. Para él lo tangible demuestra meramente lo intangible. Ambos revelan el Espíritu, mientras que la forma, el color y el número pronuncian en voz alta la palabra de Dios.”
En muchos momentos la fluctuación del “alma que despierta” en las distintas corrientes en las que la conciencia toma vida, produce una desintonización y desorientación con la vida inherente o crística (la vida del Alma) y la vida física inferior, o los procesos mentales y emocionales, crean espejos, mayas psíquicas, o “contactos astrales inferiores”. El buscador, el meditador, el peregrino es llamado a la discriminación objetiva, a la gestión y soberanía de los distintos espacios que su conciencia ocupa, y es esta fluctuación energética, necesaria para la síntesis y la sincronicación con la vida Una, lo que conocemos como la noche oscura del Alma.
Dice Osho “La búsqueda de tu esencia más profunda es una noche oscura, pero con el fuego interno de la indagación estás destinado a llegar al amananecer, de hecho, todos los que se han abrasado con la indagación intensa lo han encontrado”.
La sucesión de acontecimientos subjetivos hacia el verdadero asiento del mundo intuitivo en la personalidad y la emergencia y exteriorización de las vidas dévicas que conforman el conglomerado de vida multidimensional del ser humano es la via natural de expresión o liberación del Alma encarnada.
Lo indefinible, lo impenetrable sólo existe a su verdadero significado a través de la experimentación sincera de la propia naturaleza donde una sucesión de acontecimientos y realizaciones de la consciente y progresiva luz superior o espiritual puede “expresarse” “sentirse” “vivirse” a través de distintos estados de la realidad verdadera, que la vinculan a una gran Vida Central, a la gran fuerza que es velada tras cualquier forma.
Así el sendero de la evolución humana, el despliegue de la mente intuitiva que lentamente asienta y progresa forjando las “bases” de la personalidad del hombre acuariano, en su “experimentación de la vida” debe sumergirse tanto en las noches oscuras que atesoran la sabiduría ancestral y la fuerza de la vida inherente, como en las magnéticas pulsiones de la nueva “perspectiva”, encontrando la via única, personal e intransferible de la “libertad” personal para este apasionante y misterioso viaje hacia el gran centro.
La senda, el peregrinaje del Alma en su auto-afirmación completa nos conduce a la verdadera experiencia de nosotros mismos en todas y cada uno de las “moradas de la casa del Padre”.
Vivir el misterio…ser la Vida Una.
“Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: “No habrá quien alcance”.
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.” San Juan de la Cruz.
“Lo que yo te digo en la oscuridad, háblalo tú en la luz”
Namasté
Anabel.C.Huertas
Fuente: http://hermandadblanca.org
[…] se convirtió en la oscuridad. Ya no estaba viva, solo presente. Experimenté la Noche Oscura, la muerte del ego. La muerte de mi vida tal como la conocí. En medio de mi vacío, descubrí esta […]