LA VIDA ES UN TELAR
ArtĆculo publicado en la revista Uno Mismo, de Setiembre/2013
Recuerdo como si fuera hoy, los maravillosos colores que vestĆa aquella pequeƱa anciana Maya Cakchikel. Digo pequeƱa porque era baja de estatura, pero su humildad y su sabidurĆa eran tan grandes, que esa tarde me sentĆ chiquito sentado a los pies de una enseƱanza tan profunda, como para no perder la esperanza en los momentos de tormenta.
EstĆ”bamos en Guatemala, en el segundo Concilio de SabidurĆa Maya, donde los principales Abjijab de la gran Nación Maya del Sur de MĆ©xico, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y PanamĆ”, compartirĆan su conocimiento con algunas pocas personas de distintas tradiciones espirituales. Abjijab es un Hombre o Mujer Medicina, en uno de los diecisiete dialectos Cakchikel.
MĆ”s de sesenta Abjijab estaban reunidos en Chichicastenango, para compartir su mensaje y sus ceremonias, con un grupo de lĆderes espirituales previamente seleccionados. Y en medio de todo ese evento Sagrado, Natascha, mi compaƱera de vida, y yo, creĆmos que habĆamos llegado al lugar por accidente, y que disfrutĆ”bamos de la increĆble oportunidad por un error divino. Este punto ya amerita un cuento en sĆ mismo,que quedarĆ” para otra ocasión.
Retomo por donde venĆa: llevĆ”bamos dos dĆas de ceremonia permanente, rodeados de personas que leĆan el pensamiento, conversaban con los espĆritus las veinticuatro horas del dĆa o hasta acordaban reunirse en los sueƱos para viajar juntas en el astral. Y reĆrnos juntos a la maƱana siguiente de sus aventuras en las dimensiones de los sueƱos durante la noche. Por supuesto que este tipo de personas era la gente de los otros pueblos que asistĆan al concilio, porque si habĆa algo que tenĆan en comĆŗn los Abjijab, era su discreción.
Ya habĆamos hecho declaraciones sobre la paz mundial, acuerdos para honrar la diversidad, y un montón de cosas muy importantes, cuando en medio de un foro de discusión, una Abuela Maya con dos largas trenzas hasta la cintura pidió la palabra. Piel curtida, ojos rasgados, manos pequeƱas pero fuertes, eran el mapa de una vida esforzada. Ella no hablaba espaƱol, pese a vivir en Guatemala desde que nació. Ella solo hablaba su lengua natal Cakchikel. Ella habĆa ido a la escuela con los blancos. Ella habĆa sufrido la discriminación desde que tenĆa cinco aƱos porque le decĆan que los indios olĆan mal. Ella se habĆa ganado la vida tejiendo en un enorme telar. Sus palabras estaban cargadas de experiencia. Su expresión, mientras esperaba que la tradujeran a tres idiomas, era serena e incómoda a la vez. Yo estaba preparado para escuchar su dolor, porque entendĆa su desconfianza hacia los otros pueblos, sobre todo hacia el hombre blanco, cuando me sorprendió:
-ĀØYo comprendĆ que la vida es como un telarĀØ ā dijo la intĆ©rprete, mientras la anciana mostraba un hermoso poncho multicolor. ĀØHay hilos que son la base del tejido y por eso pasan por todo el tejido. Teja por donde teja, haga lo que haga, hay ciertas cosas en la vida que nos van a pasar de cualquier manera. No hay nada que podamos hacer para impedirlo. Solo tener la humildad suficiente para seguir tejiendo con esperanza.ĀØ
Los traductores hablaban a toda mĆ”quina. Yo sentado en el piso, a los pies de esta pequeƱa Anciana, la veĆa desplegar la grandeza de su corazón. TenĆa todo para sentirse una vĆctima, para justificarse en su lugar de pobrecita, sin embargo ella habĆa encontrado la sabidurĆa adentro, mientras tejĆa en su telar, como lo hacĆan sus abuelas.
ĀØHay otros hilos que solo pasan por el costado del tejido. Por el costado de la alegrĆa. Si en ese momento del tejido, yo estoy tejiendo distraĆda en el dolor, me voy a perder de disfrutar los colores alegres de la vida. Voy a pasar sin darme cuenta de lo importante. La salud, la familia y el amor. Cuando llega ese momento, yo tejo lento y disfruto de las bendiciones que nos manda el Gran EspĆritu.ĀØ
Los intĆ©rpretes terminaron de traducir las Ćŗltimas palabras. El auditorio estaba en silencio. La intimidad de lo simple nos habĆa llevado a lo profundo.
ĀØMe llevó muchos aƱos aceptar que hay cosas que no puedo cambiar. Tapetes que ya traen su diseƱo. Me guste el diseƱo, o no me guste, hay que tejerlo igual. De tanto tejer, aprendĆ que todos los tapetes son bonitos. Porque yo puedo elegir quĆ© intención pongo mientras lo tejo. Como el Gran EspĆritu colocó esa intención detrĆ”s de cada uno de nosotros. AprendĆ que mĆ”s importante que el diseƱo que trae cada cosa, es la intención con la que se teje. AprendĆ que tal vez no puedo elegir lo que me ocurre, ni puedo elegir mi destino, pero si puedo elegir como lo tejo.ĀØ
Las oportunidades no aparecen como queremos, aparecen como las necesitamos.
La vida es un telar.
La Libertad, un estado de conciencia.
Con todo cariƱo.
Alejandro Corchs