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Amar a las personas dejándolas libres

El apego emocional es una conexión mental y sentimental que suele adoptar características obsesivas hacia ciertas personas, y se origina en la ilógica creencia de que ese vínculo nos otorgará placer, seguridad y autorrealización. Como consecuencia de esto, quienes experimentan un fuerte apego sienten que sin la persona a la que están ligados no podrán hallar la felicidad, alcanzar sus objetivos ni llevar una vida común y corriente.

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En numerosas ocasiones nos aferramos a las personas que amamos con la esperanza de que su amor perdure, de que permanezcan a nuestro lado. No obstante, a menudo pasamos por alto la importancia de otorgarles la libertad necesaria para cultivar un amor saludable y equilibrado.

La falta de reciprocidad en el afecto puede herir nuestro orgullo, pero resulta fundamental aprender a manejar nuestras emociones y a cultivar el amor propio antes de entregarnos al amor por otra persona.

«Si el sentimiento no es mutuo, evitar suplicar o someterse. El amor no se implora ni se demanda; simplemente sucede. Y si no acontece, lo mejor es retirarse con dignidad y seguir adelante.» – Walter Riso –

El apego afectivo

La complejidad de liberarnos de alguien y concederles su libertad suele estar arraigada en el apego emocional.

El apego emocional es una conexión mental y sentimental que suele adoptar características obsesivas hacia ciertas personas, y se origina en la ilógica creencia de que ese vínculo nos otorgará placer, seguridad y autorrealización.

Como consecuencia de esto, quienes experimentan un fuerte apego sienten que sin la persona a la que están ligados no podrán hallar la felicidad, alcanzar sus objetivos ni llevar una vida común y corriente.

El primer paso para superar el apego emocional consiste en evaluar si realmente somos dependientes de alguien o si, en cambio, manifestamos alguno de los siguientes síntomas de apego:

  • La necesidad imperante de estar en cercanía constante con la persona a la que amamos.
  • Sentimientos de ansiedad y malestar cuando no estamos junto a esa persona.
  • Una marcada obsesión y posiblemente un comportamiento controlador hacia la otra persona.
  • Colocar a la persona amada por encima de las actividades que disfrutamos o de otras personas con las que valoramos estar.

Si examinamos nuestra situación y reconocemos la presencia de los síntomas mencionados, es posible que estemos atrapados en un patrón de apego emocional. Este reconocimiento es un primer paso fundamental hacia la emancipación de esos lazos y la búsqueda de una relación más saludable y equilibrada.

Sé realista

La estrategia más poderosa para contrarrestar el apego consiste en abrazar la realidad con sinceridad. Observar el amor tal como es, sin enmascararlo, sin autoengaños. El amor siempre conlleva riesgos, y es crucial enfrentar la verdad.

  • Si no recibes admiración, el afecto está ausente.
  • Si la falta de respeto prevalece, el amor es inexistente.
  • Si la relación no te nutre emocionalmente, el amor no es genuino.
  • Si tu compañero compromete tus valores fundamentales, el amor no está presente.

Aprecia tu autonomía, valora tus momentos de soledad. Encuentra satisfacción en tu independencia, disfruta de tu libertad. Cultiva la paz interior contigo mismo. Abraza tu soledad, explora sus lecciones, pruébala, ámala y ámate a ti mismo.

«El amor no busca la posesión, sino que brinda libertad.» – Rabindranath Tagore –

Busca el silencio.

Desconecta la televisión, apaga el ordenador y silencia tu móvil para sumergirte en un oasis de calma y desconexión. Permítete disfrutar de la serenidad que brinda el silencio, un espacio donde la comunicación se vuelve innecesaria. Esta pausa proporcionará a tu mente el descanso que merece.

Aprovecha este momento de quietud no solo para desconectar del mundo exterior, sino también como una oportunidad para conectarte contigo mismo. En el silencio, hallarás un espacio propicio para explorar tus pensamientos y emociones, y para establecer un contacto íntimo contigo.

Aprende a diferenciar enamoramiento y amor

En numerosas ocasiones, tendemos a confundir el enamoramiento con el amor, dos conceptos que poseen matices significativamente distintos. El enamoramiento, efímero por naturaleza, se caracteriza por una atracción inicial que inunda tanto el cuerpo como la mente, dificultando la visión clara y lúcida. Durante este periodo, es común no reconocer las imperfecciones en la persona que nos cautiva.

El enamoramiento presenta una serie de rasgos discernibles que lo definen:

  • Idealización de la pareja: Durante esta fase, somos propensos a ignorar los defectos del ser amado y lo elevamos a un pedestal de perfección en nuestra mente.
  • Sentimiento de posesión y exclusividad: Experimentamos un deseo de monopolizar a la persona en cuestión, anhelando que sea únicamente nuestra.
  • Dependencia emocional: Se desarrolla un apego profundo y un deseo ardiente de conexión sexual con el objeto de nuestro afecto.
  • Creencia en la eternidad: Nos convencemos de que este amor es excepcional, insustituible y perdurable en el tiempo, considerándolo como una excepción única.
  • Pensamientos obsesivos: Nuestros pensamientos giran obsesivamente en torno a la persona amada, y buscamos cierto grado de control sobre sus acciones y decisiones.

En esencia, el enamoramiento puede ser descrito como una obsesión descontrolada.

Por otro lado, el amor es una entidad notablemente más compleja, una amalgama de elementos que convergen de manera inextricable: el deseo y la atracción sexual (Eros), la amistad y la camaradería (Philia), así como la ternura y la benevolencia (Ágape). Estos componentes no pueden manifestarse por separado, sino que deben coexistir para constituir un amor verdadero y duradero. El amor trasciende la euforia inicial del enamoramiento, evolucionando hacia una conexión profunda y plena que abarca diversas dimensiones emocionales y físicas.

Dejar a quien amas

En ocasiones, nos vemos en la encrucijada de soltar a aquellos a quienes amamos. Ironías de la vida, precisamente debido a ese amor genuino, optamos por concederles la libertad. Este acto puede ser una demostración de afecto en sí mismo.

Existe la necesidad de comprender cuándo es apropiado renunciar a una relación, y esto se presenta en tres contextos específicos:

  • Cuando el sentimiento no es recíproco, cuando el amor ya no es mutuo y la conexión se desvanece.
  • Cuando la relación impacta negativamente en tu desarrollo personal y bienestar, restringiendo tu crecimiento y evolución como individuo.
  • Cuando los valores fundamentales que te definen se ven comprometidos y erosionados por la relación.

Permitirte enfrentar el dolor, en lugar de reprimirlo, es un paso importante. Llora, expresa tus sentimientos en palabras, incluso grita si es necesario. No esconder ni disfrazar el dolor es vital para sanar. El proceso de duelo es ineludible y, aunque su duración pueda parecer interminable, llegará un punto en el futuro en el que te cuestionarás por qué te afectaba tanto alguien que en retrospectiva no merecía ese sufrimiento.

Ciertas personas deben abandonar tu vida para dejar espacio a otras nuevas. No existe un remedio mágico para mitigar el dolor de una ruptura, sino que es algo que debemos soportar y superar con fuerza y resistencia.

Como expresó John Lennon: «Amo mi libertad, por eso dejo las cosas que amo libres. Si regresan, es porque las conquisté. Si no lo hacen, es porque nunca las tuve». Esta cita destaca la idea de que soltar a alguien es un acto de amor propio y una afirmación de tu propio valor.

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