Causas emocionales del Aliento (mal)
Normalmente, el aliento es casi inodoro. Si el mal aliento proviene de una afección física como un problema de la digestión, caries dental, etc., véase el problema concerniente. La descripción que sigue se refiere principalmente a la persona cuyo mal aliento no proviene de una situación patológica.
Este tipo de mal aliento parece provenir de las profundidades de la persona afectada. Indica que esta persona siente un gran dolor interior y que tiene pensamientos de odio, de venganza o de mucha ira hacia la persona o personas que la hirieron. Estos pensamientos, de los que se avergüenza a menudo hasta el extremo de no querer ser consciente de ellos, le hacen morir lentamente por dentro. En consecuencia, este mal olor contribuye a alejar a sus allegados, cuando en realidad lo que más desea en el mundo es su presencia.
Si tienes dudas con respecto a tu aliento, te sugiero que pidas a algunas de las personas que te conocen que te digan la verdad sobre este asunto. Después, es importante que verifiques si éste proviene de un estado patológico. Si no es así, este mensaje es muy importante porque puede ayudarte a resolver una actitud interior malsana. No hay herida lo suficientemente grande que no pueda ser sanada por el perdón verdadero. No tienes que vivir sentimientos de impotencia y puedes dejar salir la vergüenza que reprimes en ti. Acepta el hecho de que eres una persona amable y redescubre ese gran corazón que hay en tu interior (las etapas del perdón se explican al final de este artículo).
El mal aliento es la consecuencia directa de mi dificultad en tratar interiormente y exteriormente las situaciones que vivo. Esta dificultad puede proceder del hecho que me quedo en mis posiciones con relación a ciertas ideas que no expreso y que pudren in situ. La dificultad puede proceder también del hecho que no consigo superar las dificultades en período de gran cambio en mi vida y que las ideas antiguas se estancan demasiado tiempo con relación a la velocidad del cambio que vivo.
Compruebo hasta qué punto puedo “coger” las situaciones de mi vida. Es importante que comunique con las personas relacionadas para participarlas mis emociones y mis pensamientos a fin de “quitarme” este mal aliento mío. Éste está vinculado frecuentemente a pensamientos de críticas, odio, venganza que tengo contra mí- mismo o contra otra persona, y de las cuales tengo vergüenza. El aire que inspiro y que nutre mis células está cargado de todos mis pensamientos, tanto positivos como negativos. ¿Cuáles son los pensamientos que albergo en mi interior y que infestan mi aliento? Frecuentemente, dichos pensamientos pueden ser inconscientes.
Cuando una persona vive esta situación constantemente, sería bueno decírselo para que tome consciencia de ello y que ponga remedio a dicho problema que puede existir ya desde hace largo tiempo. Sabiéndolo, tendrá ocasión de experimentar el perdón. Bien sea el perdón hacía ella – misma por haber mantenido pensamientos malsanos, o el perdón hacía otra persona por haber tenido rencor hacia ella durante tanto tiempo.
Es bueno que me recuerde que cuando el amor y la honradez son ingredientes de base de mis pensamientos, mi aliento se volverá fresco.
Me libero de los pensamientos malsanos del pasado.
Ahora, respiro el frescor de mis nuevos pensamientos positivos de amor, hacía mí – mismo y hacía los demás.
Etapas del Perdón
Para concluir, quiero repetir que la curación sólo puede realizarse en el momento en el que uno se perdona. Esta etapa tiene el poder de transformar no sólo nuestro amor hacia nosotros mismos, sino también el corazón y la sangre en nuestro cuerpo físico.
Esta sangre nueva, reenergetizada por el influjo de este amor reencontrado, es como un bálsamo que circula por todo el cuerpo: a su paso transforma y rearmoniza las células. Aun cuando intelectualmente te resulte difícil creerlo, ¿qué puedes perder con probar?
Estas son las etapas del perdón verdadero, que han sido experimentadas por miles de personas con resultados extraordinarios:
1) Identifica tus emociones (a menudo hay más de una). Toma consciencia de la acusación que te haces a ti mismo o que le haces a otro y de lo que ésta te hace sentir.
2) Asume tu responsabilidad. Ser responsable es reconocer que siempre tienes la opción de reaccionar con amor o con miedo. ¿De qué tienes miedo? Date cuenta también de que tienes miedo de que te acusen de tener miedo.
3) Acepta al otro y suéltate. Para lograr soltarte y aceptar al otro, ponte en su lugar y siente sus intenciones. Acepta la idea de que la otra persona se acusa y te acusa probablemente de la misma cosa que tú. Ella tiene el mismo miedo.
4) Perdónate. Esta es la etapa más importante del perdón. Para realizarla, date el derecho de haber tenido y de tener todavía miedo, creencias, debilidades y límites, que te hacen sufrir y actuar. Acéptate tal y como eres ahora, sabiendo que es temporal.
5) Ten el deseo de expresar el perdón. A modo de preparación para la etapa seis, imagínate con la persona adecuada en el acto de pedirle perdón por haberla juzgado, criticado o condenado. Estarás listo para hacerlo cuando la idea de compartir tu experiencia con dicha persona te suscite un sentimiento de alegría y de liberación.
6) Ve a ver a la persona en cuestión. Exprésale lo que has vivido y pídele perdón por haberla acusado o juzgado y por haber estado resentido con ella. Menciónale que la has perdonado sólo si te lo pregunta.
7) Haz el enlace con un cordón o una decisión ante uno de tus progenitores. Recuerda un acontecimiento similar que ocurriera en tu pasado con una persona que representase a la autoridad: padre, madre, abuelos, maestro, etc. Generalmente será del mismo sexo que la persona con la cual acabas de realizar el perdón.
Vuelve a efectuar todas las etapas con esta persona (la figura de autoridad).
Cuando la emoción sentida sea hacia ti mismo, realiza los pasos 1, 2, 4 y 7.
