El chantaje emocional puede darse tanto en la amistad como en el ámbito familiar o de pareja. El fin de un chantajista es el de conseguir manipular a la otra persona y convertirla en alguien que obedece a sus deseos. A veces, puede llevarse a cabo de una manera tan sutil que el otro puede no darse cuenta de que está siendo manipulado.
Aunque parezca mentira, una persona que recurre al chantaje emocional, es alguien inseguro y débil. Necesita recurrir al chantaje para conseguir sus objetivos. De una manera sana no se ven capaces de conseguir cosas, aunque aparentemente parecen personas muy seguras.
A continuación 4 maneras de realizar como se realiza un chantaje emocional y cómo actuar para no caer en ese tipo de manipulaciones:
1. Por presión o amenaza
Este tipo de manipulación consiste en ejercer presión sobre la otra persona, de tal manera que se le coarta la libertad. De no hacer lo que se le dice, hay un castigo o gran enfado posterior. El sentimiento que surge en la víctima ante esta manipulación es el miedo.
La típica frase de padres a hijos pequeños “como hagas esto estás castigado”. O alguien que le dice a su novia “como vuelvas a hacer eso te dejo”, etc.. Estas son frases radicales en las que de no acatar una orden hay una consecuencia negativa posterior.
¿Cómo defendernos de este tipo de manipulación? Haciéndole ver al chantajista que no consigue llenarnos de miedo. Una amenaza o presión siempre busca generar miedo y así la víctima accede a obedecer. Si no hay temor o hacemos ver que no lo hay, desmontamos la manipulación.
La respuesta por ejemplo a una amenaza del tipo “como vuelvas a hacer eso te dejo”, podría ser “soy libre de hacer lo que deseo y si eso hace que me dejes no puedo hacer nada”. Lo importante es hacer ver que de cumplir esa amenaza o castigo, somos capaces de enfrentarlo y no por ello van a cambiar nuestras acciones.
2. Culpabilidad, Mala persona
Consiste en crear en la víctima un sentimiento de culpa, de hacerle creer que es mala persona si no obedece. Frases como “si no haces esto es porque ya no me quieres”, “con todo lo que he hecho por ti y así me lo pagas”, “si me dejas enfermaré y no lo podré soportar”, “me defraudas, creía que eras buena persona”.
Lo que se busca con cualquier frase de éstas es que el otro se sienta mala persona y sienta culpa. De esa manera, la víctima podría ser manipulada y accedería a contentar al otro con tal de no sentirse la mala de la película.
¿Cómo detener este tipo de manipulación?. Haciéndole ver al chantajista que no nos sentimos malas personas, ni nos creemos culpables de las consecuencias que podría traer no acatar las órdenes.
Hay casos extremos como “si me dejas ya no quiero vivir”. Este sería el ejemplo más delicado, porque no sentir culpa en un caso así, se hace complicado, ya que podríamos sentirnos responsables de la salud del otro. Pero la realidad es que cada persona es la dueña de su vida y debemos vivir en libertad. No podemos estar aferrados a alguien por pena ni por culpa porque al final la víctima sería la persona manipulada.
3. Confundir, deformar
El chantajista tratará de deformar las situaciones hasta que consiga situarse en un papel de ser el que tiene la razón. Se querrá convertir en una especie de guía. Para poder manipular sabrá perfectamente los puntos débiles de la víctima y le hará ver que necesita de sus consejos para ir por el buen camino.
Tratará de crear una especie de dependencia en la que el chantajista será el que tiene la posesión de la verdad. Se extenderá en argumentos que pueden darle la vuelta a cualquier situación con tal de hacer ver que la salvación está en hacerle caso.
¿Cómo detener este tipo de tergiversaciones? Comunicando al manipulador que cada persona ve las cosas de una manera. Nosotros estemos equivocados o no, deseamos tomar la decisión que personalmente creamos que es la mejor.
Así, aunque el chantajista trate de hacerle ver a la víctima que comete un error, se le podría contestar afirmando que no nos importa cometer errores y que deseamos tomar nuestras propias decisiones.
4. Promesas positivas y regalos
Otro tipo de chantaje más escondido, el cual no parece que sea un chantaje, es el de prometer algo muy positivo si se accede a los deseos del otro. Se premia o se regala algo muy llamativo si accedemos a lo que el otro quiere.
Los padres lo suelen hacer con sus hijos “si apruebas te compraré una bicicleta”, “si vas a ver a tu abuela te compro las bambas”, etc.. El niño si desea mucho lo que le ofrecen hace lo posible por obedecer.
Este caso es positivo porque la orden que los padres dan es buena para el niño. Pero hay otros casos en los que la orden trata de nublar a la víctima. Por ejemplo, un enamorado que quiere conquistar a una chica que tiene grandes problemas económicos. Le ofrece tales recompensas que sabe que podrían hacer que la víctima aceptara salir con él.
Posiblemente conseguiría ganársela a base de solucionarle problemas. Al final la víctima, cuando hubiera solucionado sus grandes conflictos, se daría cuenta de que ha sido comprada y manipulada ya que por desesperación los seres humanos razonamos al 50%
También otra manera de chantajear parecida sería la de recordar regalos y pagos que nos hicieron, “¿te olvidas de los regalos que te he hecho?”, ¿recuerdas que te pagué esto o aquello?”, es como decir de una manera muy sutil “te he dado muchas cosas materiales y por ello debes obedecerme porque me debes algo….
¿Cómo no ceder a este tipo de chantaje emocional? Recordando al chantajista que cada persona es libre de pagar y regalar lo que quiera. No por ello estamos obligados a devolver el favor ni cedemos a ser manipulados por eso.
Siempre en cualquier tipo de relación, sea amistosa o de pareja, debemos estar a la misma altura que el otro. Es un dar y recibir recíproco. En el momento en el que alguien se sitúa en otra posición se podría encender la señal de alarma. Aunque alguien tenga problemas, una persona sana le ayuda dentro de lo normal. Si alguien aprovecha eso para situarse en la posición de “héroe” y dejar a otro como “víctima que necesita ser salvada”, ya podríamos entrar en un rol de manipulación.
Señales para detectar a un posible chantaje emocional
– Hablar con ellos resulta estresante, porque cambian continuamente de tema de conversación. Van cambiando de estrategia y tratan de confundir a la víctima hasta que dan con el punto débil donde sienten que pueden manipular.
– Cuando estamos frente a un manipulador, las sensaciones hablan más que la razón. Debemos observar nuestras emociones. Si nos encontramos frente a una persona sana, las emociones también serán sanas, pero si estamos frente a un chantajista es muy común sentir incomodidad, malestar, frustración, indecisión. Por un lado nuestra mente puede percatarse de que algo no va bien. Por otra parte, los miedos y chantajes que recibimos, pueden invalidar a la razón y llegar un momento en el que nos sintamos incapaces de tomar decisiones.
– Suelen alardear de su vida y pertenencias, ya que buscan que se les vea como “héroes o salvadores”. Por ello las personas que poseen una baja autoestima, son más propensas a caer en las redes de estos manipuladores, porque se les podría llegar a admirar en exceso.
– Quieren ser los que dominan las conversaciones y los que llevan siempre la razón, son poco flexibles y les cuesta escuchar, hablan mucho más que dejan intervenir.
– Les molesta que les aconsejen, ya que consideran que es un insulto hacia su inteligencia.
– Cambian de humor fácilmente, debido a que si consiguen manipular están contentos pero si la víctima se resiste, la cara se puede transformar en cuestión de segundos de alegre a enfado.
– Desean anular la opinión del otro, situando la suya como válida y verdadera.
Fuente: La mente es maravillosa