LA AUTOEXPRESIÓN COMO TÉCNICA LIBERADORA Y REALIZADORA

 Ya hemos dicho que uno de los medios para llegar a esta autorrealización consiste en utilizar el movimiento natural de salir fuera, la tendencia a la expresión. Por ello vamos a pasar en este capítulo a desarrollar un poco el tema de la autoexpresión como técnica liberadora y realizadora.

El hombre como sistema de energías

  Todo en nosotros está hecho de energía, energía que está en constante proceso de consumo y de reestructuración y, por tanto, sujeta a un proceso de gasto y de salida, de consumo, con el correspondiente proceso de alimentación. De hecho una estructura o un sistema funcional es más potente cuanto más energía circula a través del circuito. Es una ley fundamental de crecimiento dentro de lo que es dinámico, que éste se produzca principalmente a través del consumo. Cuanto más energía consumimos, más naturalmente se repone, y, esta reposición no sólo busca equilibrar la que se ha consumido, sino que tiende siempre a reponer un poco más de la que se ha consumido, lo cual produce un crecimiento, un desarrollo.

  Si lo miramos desde un punto de vista estático, adoptamos solamente un criterio conservador: yo soy fuerte en la medida en que “entro”, “acumulo” y no gasto. Es el criterio que se utilizaba hace algún tiempo y todavía es mantenido por algunas personas en política económica: acumular, pero no gastar. El resultado de ello tenía que ser riqueza, capital. A través del tiempo y de la experiencia se ha visto que esto no es así, ya que la economía, que es un reflejo de la dinámica del ser viviente, es algo también viviente, dinámico y por lo tanto no responde a esos esquemas simplistas. Se ha visto que es necesario una política de inversión, de circulación para que se produzca un crecimiento.

  Pues bien; esto que se ha descubierto y comprobado en lo económico, muchas personas todavía no lo ven en el aspecto humano. En el aspecto humano ocurre igual, cuanto más nos obligamos a consumir, más nos estimulamos a desarrollar, ya que el proceso de reposición es automático; esto desde luego tiene sus límites, límites de resistencia física en cuanto al consumo y límites en cuanto a la edad en que la reposición de energía que se produce es inferior a la que se ha consumido. En estos casos ya no hay incremento, pero en líneas generales este proceso es exacto y siempre vigente en el campo psicológico.

II. DIVERSOS SISTEMAS DE CIRCUITOS

  Podemos ver que estos circuitos de energía funcionan a varios niveles.

Circuito vital

  La energía puramente vital se compone, por un lado, de lo que constituye nuestro instinto, nuestra necesidad de conservación biológica, la necesidad de comer, de respirar, de descansar, de hacer ejercicio, además de la necesidad de tipo sexual y el impulso de combatividad que hay en todos nosotros. Todo esto forma un gran conjunto que denominamos circuito vital y que es de suma importancia, ya que cuanto más cómoda y confortable ha sido nuestra vida y cuando más sofisticada por una educación y unas convenciones sociales, menos se ha ido desarrollando esta capacidad combativa, estas fuerzas existentes en nuestro interior. El resultado es que estas energías, a pesar de estar dentro, no se han podido exteriorizar de un modo consciente, aceptable. Rara es la persona que no posee gran cantidad de este tipo de energía acumuladas, que, como veremos más adelante, están obstruyendo el funcionamiento en el aspecto físico, en el aspecto afectivo y en el aspecto mental.

  Cuanto más funciona en nosotros el circuito vital, mayor capacidad tenemos de acción física, de lucha, mayor euforia; tenemos psicológicamente un mayor sentido de realidad. Esta energía vital sirve, cuando funciona de un modo pleno, de base para todo lo que es nuestra expresión en el mundo físico, bien sea expresión afectiva o expresión intelectual. Lo vital es un soporte y un instrumento de expresión en el mundo material. Cuando lo vital está funcionando de un modo deficiente, hay también deficiencia en la expresión de todo lo demás.

  Muchas personas consideran que el circuito vital no es importante, porque están viviendo en un mundo más ideal, de cualidades superiores; pero, mientras nosotros estemos encarnados en el cuerpo físico, mientras necesitemos funcionar a través de una biología, esta biología será una base necesaria y una ayuda indispensable para que lo que llamamos valores superiores puedan encarnarse y expresarse en el mundo de lo concreto.

Circuito efectivo

  Aquí se vuelve a repetir el mismo problema que exponíamos referente al circuito vital. Nosotros necesitamos recibir afecto y expresar afecto, y sólo mediante esta expresión aseguramos la recepción; sólo a través de este circuito de expresar y de recibir crece en nosotros la energía afectiva, la fuerza con la que vivimos lo afectivo, la potencia, la estabilidad, la solidez y la profundidad de nuestra dinámica afectiva. Lo afectivo no es solamente aquello que nos sirve para tratar, para relacionarnos con la gente; lo afectivo es lo que nos hace gustar la vida. La persona que tiene bloqueado, reprimido, el circuito afectivo es aquella persona que, aunque funcione mucho en otros niveles, se encuentra siempre aislada, sola, va sintiendo que su propia existencia no tiene sentido, que se va sintiendo, en fin, cada vez más negativa, porque lo negativo es precisamente la no expresión de lo positivo –que está ahí, pero reprimido.

Circuito mental

  Este circuito requiere que yo haga funcionar mi mente a través de su proceso natural de comprender, de relacionarse con las cosas, de elaborar respuestas, de hacer abstracciones, etc. También este circuito se refuerza mediante el ejercitamiento. Ejercitamiento y descanso es la ley básica de todo crecimiento dinámico; cuanto más ejercicio y, paralelamente, cuanto más descanso se haga, mayor intensidad energética existirá. La expresión sirve para gastar, el descanso para reponer, para realimentar, para reforzar. Por lo tanto, estos dos tiempos son absolutamente esenciales, y cuando nosotros no funcionamos adecuadamente, cuando no nos sentimos bien en el aspecto que sea, es porque hay algo de nuestra función de expresión o de reposición, sea en el nivel físico, en el mental o en el afectivo, que no funciona debidamente.

Circuito espiritual

  Es un circuito compuesto que consta de un aspecto de energía, un aspecto de mente superior intuitiva y otro de afectividad superior. Sigue aquí rigiendo el mismo criterio: solamente el ejercicio produce la actualización de las capacidades y el crecimiento y fortalecimiento de estas facultades.

  Eso conviene verlo claro, ya que existen muchas personas que pretenden crecer mediante el no gasto. Por ejemplo, muchas personas intentan ser más espirituales leyendo libros o escuchando conferencias, y haciendo esto solamente se crece en el sentido receptivo de la inteligencia; nunca el escuchar o el leer, ni siquiera el entender, incrementará en nadie la seguridad o la alegría; la decisión o la inteligencia creadora no desarrollará el crecimiento de nada, ya que solamente se puede crecer mediante la ejercitación activa. Nosotros nos desarrollamos justa y exactamente en la medida en que hemos expresado activamente lo de aquel nivel; no hay otro camino. Por eso es necesario ver claro este proceso dinámico de nuestra personalidad

III. FUNCIONES DE LA EXPRESIÓN

  La expresión se convierte, así, en una ciencia, una técnica, mediante la cual nosotros podemos, por un lado, ponernos al día, recuperar, normalizar lo que no funciona bien hasta ahora y, por otro lado, hacer crecer aquello que puede y debe crecer; por último, gracias a estas dos funciones, mediante la expresión conseguimos llegar a lo que es el centro de nosotros mismos.

  Como vemos, la expresión puede realizar tres tipos de funciones:

  1) Como medio de normalización plena de todos los circuitos: vital, afectivo y mental o espiritual.

  2) Como medio de desarrollo positivo, a través también de estos tres niveles.

  3) Finalmente, como medio de encontrar el YO, el centro, la fuente de donde surge todo lo que se está expresando. De aquí la importancia y seriedad que requiere la técnica de la expresión. Importancia que es resaltada por aquellas personas que miran y valoran el aspecto puramente centrípeto en el enfoque de Oriente, particularmente de los YOGAS como técnicas de interiorización.

La expresión como técnica de normalización y limpieza

  Las técnicas de interiorización son absolutamente necesarias, pero muchas veces no podemos llegar precisamente a un interiorización porque hay en nosotros unas energías que deben ser exteriorizadas pero que al quedar estancadas a mitad de camino nos impiden llegar a este centro: es lo que en Oriente se expresa con los nombres de Vasanas y Samskaras; son las latencias que quedan dentro y que tienen un dinamismo propio, impidiendo que yo pueda conectar con lo que es realmente mi fuente, que pueda utilizar mi mente, que pueda ver con claridad, o sentir de un modo profundo. Por lo que es necesario llevar primero a cabo una limpieza, y para ello no hay nada más directo que la expresión.

  La limpieza no se puede hacer ni pensando, ni mirando, ni soñando, sino solamente actuando. Todo lo que tengo para vivir he de vivirlo, todo lo que está en mí de dinámico ha de ser expresado dinámicamente y no puede ser sustituido por ningún otro proceso, y menos por la representación mental. Por eso, las personas que tienen problemas de angustia, de inseguridad, y se protegen a través de consejos y de la lectura de tantos libros, creen haber resuelto sus problemas, al conectar su mente por unos momentos con esas ideas más positivas, más agradables, pero luego a la hora de vivir se encuentran con que no ha habido variación, ya que allí no ha existido transformación interior.

  Cuando nosotros utilizamos la autoexpresión para esta función primordial, básica, de limpieza, de sacar de dentro todo lo que está atascado, todo lo que está retenido, no sólo limpiamos el interior, sino que con ello eliminamos todo lo que es origen de estados negativos que la persona vive. El problema de los miedos, de las angustias, de las inseguridades, de la susceptibilidad tiene su origen en no vivir plenamente lo que uno es.

  Cuando uno convierte en expresión directa, activa, consciente, viva, las energías que estaban dentro, eso se transforma en una nueva fuerza, en una real consistencia de sí mismo y desaparece como por encanto todo lo que eran temores o miedos de cualquier clase. La persona que puede vivir todo su caudal, todo su capital energético de un modo consciente e integrado, es totalmente fuerte, totalmente positiva. Lo negativo en nosotros siempre es la negación de lo positivo. Cuando yo no he vivido mi capacidad de conocer, de amar, de actuar, esta falta de vivir tales capacidades se transforma en lo que llamamos defectos o aspectos negativos de la persona.

  Poder eliminar realmente los temores, las angustias, los deseos, quiere decir eliminar de nuestro interior una cantidad de problemas, de conflictos tremendos, empezando por los problemas orgánicos, o funcionales, cuya raíz psicológica va descubriendo cada vez más la medicina moderna; se elimina los problemas creados por las tensiones interiores; las disfunciones de tipo digestivo, de tipo neurológico, de tipo circulatorio, etc., desaparecen por completo. La persona es capaz de vivir una vida afectiva directa, espontánea y positiva; mentalmente la persona aumenta su lucidez, su capacidad de comprender las cosas, su claridad de visión. Empieza a ser ella, aunque sea en esa dimensión puramente psicológica, sin hablar ahora de honduras, de profundidades; simplemente en la dimensión de la vida cotidiana, la persona empieza a ser algo totalmente positivo.

La expresión como medio de incremento de las energías internas

  La misma expresión se convierte, además de en un medio de normalización, como apuntábamos más arriba, en un medio de desarrollo positivo, en virtud de este principio: cuanto más ejercito una capacidad, más estoy desarrollándola. Si yo, dado que intuyo que mi YO es la fuente de toda la energía que pueda llevar a vivir, desde la energía del plano más elemental hasta la más superior, e intuyo que este YO es la fuente de todos los estados afectivos positivos, desde los más superficiales, como una amistad ocasional, hasta la profunda alegría, la profunda felicidad, el profundo gozo inherente a un mismo que no depende de nada del exterior, cuando esto se intuye, se comprende también que mediante la ejercitación activa de todo ello, mediante la expresión, se desarrolla; porque está ahí. Así como, mediante la ejercitación a nivel mental, yo desarrollo lo que es mi inteligencia activa creadora.

IV. LA EXPRESIÓN COMO MEDIO DE ACERCAMIENTO AL YO

  La tercera función de la expresión es el acercamiento al YO. Es el objetivo principal de la expresión; por ello queremos resaltar y hacer hincapié en este punto. Mediante la expresión nos acercamos más y más a la realización central, porque cuando yo voy viviendo la expresión de un modo más entero, más profundo, cuando me ejercito en expresarme más todo yo, más próximo estoy a esto que expreso, o bien, más esto que expreso está próximo a mi YO; cuanto más profunda es la expresión, cuanto más todo yo estoy metido y lanzado a ello, más inmediata es la percepción directa del actor, del sujeto que está ahí.

  Es decir, que cuando expresamos, hemos de expresarlo todo, y cuando lo hayamos expresado todo, nos quedará el YO. Mientras estoy expresando hay un camino abierto, directo, hacia la fuente de donde surge esto, hacia este YO central. Por eso, he de aprovechar esta entrega, esta dinamización total, y he de ser más y más consciente de lo que está ocurriendo en mí para poder llegar a estar consciente del YO que está detrás de todo esto.

Requisitos para recorrer este camino

  La expresión requiere:

  1. Sinceridad. No se trata de que yo haga algo simplemente porque se me dice que lo haga, sino que ha de consistir en que yo vea y sienta la necesidad de expresar simplemente porque YO soy aquello, porque aquello está en mí y quiero ser todo YO en expresión, como un acto de afirmación de mí mismo. Yo hago esto porque yo lo tengo, porque está en mí, porque es viviente, porque necesito exteriorizarlo para sentirme yo del todo. Esa ha de ser la motivación básica de la expresión, no como quien toma una cucharada de medicina porque se lo ha recetado el médico, ya que, siempre que estamos subordinados y dependiendo de una idea externa, no nos podemos lanzar en totalidad a ello; solamente me lanzaré cuando para mí sea evidente que la expresión es la autorrealización, que yo soy YO en la medida en que todo yo estoy lanzado en aquello de un modo consciente, verdadero.

  2. Conciencia. Es preciso, además de esta sinceridad y de esta totalidad, que yo viva esta expresión de un modo muy consciente. Consciente quiere decir que me dé cuenta de que soy YO el que está expresando aquello; que mi conciencia esté plenamente consciente en todo momento, que nunca quede desbordada, que nunca la acción, el ímpetu, de lo que se expresa disminuya o anule por un instante la conciencia clara de –YO que estoy presente al hacer aquello.

Resultados

  Cuando se ejecuta de este modo, los efectos de la expresión son fulminantes. Es imposible hacer expresión y quedarse como antes, cada sesión de expresión vivida de esa manera es transformante, y transformante de un modo definitivo, inevitablemente, en la medida en que todo YO me obligue a salir. Todo aquello que yo expreso, por un lado limpia, por otro lado me hace crecer y, por otro, me obliga a tomar conciencia más profunda y positiva de mí. Esos son los tres aspectos que constituyen realmente el crecimiento de lo que la vida está produciendo en nosotros.

  Por esto insisto tanto en que es absolutamente necesario aprender a hacer la expresión con toda entrega. El trabajo será fuente de resultados en la medida en que se sepa estar allí del todo, en que se sepa vivir la situación de un modo pleno, total y sin reservas, sin protecciones, sin miedos, o a pesar del miedo. Es mediante la expresión como nosotros estamos rompiendo barreras, barreras artificiales creadas por nuestras estructuras mentales, barreras de costumbre, de modos de reacción que han quedado estereotipados en nosotros, que nos hacen actuar como máquinas. Mediante el esfuerzo de ser yo en la expresión estoy ensanchando mi horizonte, estoy ampliando mi esfera de existencia. Nadie me ensanchará mi campo de conciencia, soy yo quien he de ensancharlo desde dentro. Vemos que hay personas que a pesar de encontrarse ante buenas oportunidades, en buenos ambientes, viven interiormente en estrechez y limitadamente, a pesar de todo cuanto se rodean, porque nadie puede vivir más allá de lo que le permiten sus estructuras mentales, sus hábitos de pensamiento, de actitud, de conducta; todo esto va modelando en nosotros un mecanismo que nos lleva a funcionar como verdaderos autómatas, exactamente como sucede en los surcos de un disco donde se graban unas impresiones y de allí no puede salir nada distinto de lo que está grabado.

  Nosotros podemos ensanchar este campo de acción, este campo de vivir, de existir en todos los aspectos, pero lo podemos hacer sólo en la medida que, mediante una entrega total de expresión, ensanchemos lo que estamos acostumbrados a hacer, para sentir de un modo más profundo y nuevo, para hacer lo que no hemos hecho, de manera que cada vez lleguemos un poco más lejos en cuanto a expresión y un poco más profundo en cuanto a conciencia de la fuente de esta expresión. Entonces nos estamos creando de nuevo, nos estamos recreando, en el doble sentido de la palabra: como una creación que vuelve a ser nueva, distinta y como una auténtica satisfacción y afirmación de uno porque estamos hechos para esto, para crecer, para vivir con plenitud, y por eso la estamos buscando por todas partes, la estamos mendigando de formas tan variadas. Plenitud que sólo encontraremos cuando nosotros mismos nos preparemos para vivirla, cuando nosotros mismos nos obliguemos y ejercitemos a que esta plenitud se manifieste; y se manifestará cuando quitemos los límites.

Dificultades para la comprensión del YO como fuente de energía

  Hay muchas personas que sienten mentalmente una gran dificultad en esa afirmación que postula que el YO es la fuente de todo lo que podemos vivir. Parece que se esté diciendo una cosa muy aventurada, existiendo interiormente una resistencia a aceptarlo. ¿Por qué? Simplemente porque tenemos la idea de que el YO es una cosa pequeñita que está enfrentada a otros yoes y sobre todo a la fuerza de la naturaleza, de lo desconocido. Y porque nos basamos en esa idea y no en una experiencia viviente, porque nos apoyamos en ideas que nos han venido, que se han ido fabricando en combinación con muchas cosas, sin ser nosotros ninguna de ellas, permanecemos víctima de ellas. Hemos de saber romper con estas ideas, romper con este yo-idea, ensancharlo más y más, en la medida que nuestra experiencia nos proporcione la evidencia de lo que somos; no ensanchemos estas ideas sólo para adoptar otras que nos digan que son mejores. Hemos de crecer a través de nuestro propio proceso, y sólo así lo que vivamos nos dará experiencia directa, inmediata y evidente de lo que somos. Yo no podré nunca poner en duda una realidad si la estoy viviendo. Por lo tanto, la única forma que hay para crecer en ideas más verdaderas, para cambiar el punto de vista sobre la vida, para modificar nuestra capacidad de acción, es ejercitarnos en expresar, en actuar más hacia fuera y más desde dentro. Que nuestra mente y nuestra conciencia se ensanchen de un modo esférico, hacia arriba, hacia abajo, hacia fuera, hacia adentro. La expresión, pues, se convierte en un medio para que nosotros decidamos cómo queremos ser y hasta dónde queremos ser. No hemos de echar la culpa de nuestras deficiencias ni a las circunstancias, ni a la educación, ni a nuestros padres o abuelos. Lo importante es, dado que ahora yo soy de tal manera, plantearse con claridad y Valentía: ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo aprovecho esto que puedo hacer? Porque en la medida que lo aproveche, en esa medida viviré de un modo satisfactorio, viviendo de un modo experimental, recuperando lo que es mi patrimonio, lo que es mi naturaleza; y todo ello sin apoyarme para nada en criterios ajenos.

V. UN MÉTODO DE AUTODESCUBRIMIENTO

  Lo que estamos sugiriendo aquí es un método de autodescubrimiento, una hipótesis de trabajo para que cada cual verifique lo que Es. Incluso cuando decimos que el YO es energía, que el YO es tal o cual cosa, apoyándonos en unas intuiciones y argumentos que cada uno puede constatar, es a título meramente provisional, para que se vea el fundamento de la práctica. Pero nada más. Matemáticamente, en la medida que la persona se entregue, practique, se lance con esa conciencia plena a la expresión, en esa misma medida crecerá, y crecerá en el sentido de claridad, de profundidad, de seguridad, de amplitud. Y todo esto tiene una aplicación inmediata en la vida diaria, pues todo ello no es nada más que una pequeña expresión de lo que es el YO. Empecemos por aquí, ya que conviene que nosotros descubramos nuestra fuerza interior, nuestra capacidad, que vivamos esa cosa positiva que somos, pues sólo así podremos soltar las muchas cosas a las que estamos agarrados, que estamos sosteniendo basados en convenciones sociales, en la dependencia de la opinión de los demás, en la subordinación afectiva que tenemos de la gente, en las ideas que me ha expresado y que yo no he acostumbrado a aceptar. Sólo podré conseguir mi independencia cuando viva mi propia fuerza y realidad por mí mismo y de mí mismo. Entonces, esta misma fuerza y claridad interior me permitirán reconsiderar todo esto y ver claramente lo que acepto y lo que no acepto; podré reconstruir, reedificar mi sistema de valores para que éste no sea un producto de la presión de unas personas o de unas circunstancias que me han condicionado de una manera, sino auténticamente mío. Entonces, cuando crezcamos hacia afuera, cuando aprendamos a tener un contacto con lo exterior, este contacto será realmente positivo, porque estaremos viviendo con una fuerza nuestra que nos hará independientes, que no nos hará depender de los demás. De un modo similar, cuando más adelante tratemos del contacto con eso que llamamos la realidad absoluta, Dios, o el nombre que queramos darle, explicaremos que se trata de una relación realmente positiva, constructiva, de un nuevo descubrimiento y no de un querer utilizar a Dios como tabla de seguridad, como un mecanismo de compensación del que dependemos para poder calmar nuestras angustias, pero que en l medida que dependemos de él para compensar nuestra inseguridad quedamos cogidos y condenados a no poder vivir nunca la cosa como realmente es.

  Por esto, este camino que nos lleva a un autodescubrimiento por medio de la expresión, es un camino real, un camino regio, porque ya de entrada nos prepara para vivir más nuestra vida cotidiana, a la vez que nos prepara para descubrir lo que hay en otras dimensiones.

VI. EXPRESIÓN EN TODOS LOS NIVELES

  Toda nuestra vida es una oportunidad para expresar nuestro yo: nuestro trabajo cotidiano y nuestra vida familiar, nuestros ratos de descanso, todo nuestro quehacer. Aunque es cierto que existen técnicas concretas para aprender a expresarse totalmente, técnicas que pueden practicarse en sesiones especiales.

  De momento, todo lo que hemos dicho se aplica al método que utiliza como instrumento la música. En otras partes de esta obra veremos que eso mismo se aplica, exactamente, a nuestra actitud hacia las demás personas, en el contacto humano, en nuestra actitud hacia el trabajo, así como en nuestra relación con Dios, en nuestro contacto con eso que llamamos lo trascendente, lo superior.

  Todas las técnicas especiales de expresión, como la música, son medios para dar salida a todas las energías afectivas o vitales retenidas. Es en estos dos niveles donde todas las personas tienen más problemas, incluso aquellas que creen no tenerlos. Toda persona que tiene problemas de concentración, de no ver claro lo que siente, lo que le pasa, que tiene dificultad en profundizar en una visión simple, directa, inmediata, de lo que pasa dentro, toda persona que tiene una gran susceptibilidad con respecto a las opiniones de los demás sobre uno mismo, que tiene un estado emocional propenso a grandes altibajos, generalmente desproporcionados con la importancia del estímulo, está indicando que existen dentro de ella estas energías que actúan a modo de barrera y que piden ser expresadas.

  Muchas veces no se distingue el problema allí donde está, sino que, indirectamente, se percibe por los síntomas a que da lugar. Al aprender a expresar bien todo esto, lo demás mejora: la capacidad de discernir, de hablar, de defender las actitudes, de encajar las dificultades. La mejoría se va produciendo automáticamente en todos los niveles de la personalidad, y ésta es, precisamente, la señal de que el trabajo se está llevando a cabo de forma correcta. En él, las señales del progreso no consisten en que me sienta muy feliz o muy desgraciado. La señal auténtica es que sienta un empuje, que antes no tenía, en mi vida diaria, que sienta una capacidad de respuesta, de reacción, de invulnerabilidad nueva, etc. Estas son las notas constantes que se desarrollan, con independencia de los estados de ánimo, los cuales, en un momento, pueden ser de euforia y, en otro, todo lo contrario.

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