Una Danza de Sufrimiento, Vergüenza y Auto-Abuso

«La razón por la que no hemos podido amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos, es porque lo hemos estado haciendo al revés. Se nos enseñó a juzgarnos y a sentirnos avergonzados de nosotros mismos. Se nos enseñó a odiarnos por ser humanos.»

«Si yo me siento un «fracasado» y le estoy dando poder a la voz interna del «padre criticador» que me está diciendo que soy un fracaso, entonces me puedo quedar atrapado en un lugar muy doloroso en donde me estoy avergonzando por ser yo mismo. En esta dinámica soy la víctima de mi mismo y también soy mi propio perpetrador, y el siguiente paso es rescatarme a mi mismo usando una de las viejas herramientas para volverme inconsciente (comida, alcohol, sexo, etc.) Por lo que la enfermedad me tiene girando en una rueda de hámster de sufrimiento y vergüenza, una danza de dolor, culpa y auto-abuso.»

La Codependencia es una enfermedad increíblemente poderosa, insidiosa y viciosa. Es muy poderosa porque está arraigada en nuestra relación medular con nuestros seres. Como niños pequeños fuimos agredidos con el mensaje de que había algo malo en nosotros. Obtuvimos este mensaje de nuestros padres, quienes fueron agredidos y heridos en la infancia por sus padres, que fueron agredidos en la infancia, etc., etc., y por nuestra sociedad que está basada en la creencia de que ser un humano es algo vergonzoso.

La Codependencia es insidiosa porque es muy dominante. La creencia medular emocional de que hay algo malo con lo que somos, afecta todas las relaciones en nuestra vida y nos impide aprender cómo Amar Verdaderamente. En una sociedad Codependiente, el valor es asignado en comparación (más rico que, más bonita que, más espiritual que, más sano que, etc.) por lo que la única forma de sentirse a gusto sobre uno mismo, es el juicio y el menosprecio de otros. La comparación sirve a la creencia en la separación, que hace posible la violencia, el desamparo, la contaminación y a los billonarios. El amor tiene que ver con sentirnos conectados en el esquema de las cosas, no separados.

La Codependencia es viciosa porque nos obliga a odiarnos y a abusar de nosotros mismos. Se nos enseñó a juzgarnos y avergonzarnos por ser humanos. En el centro de nuestra relación con nosotros mismos, está el sentimiento de que de alguna forma, no merecemos y somos indignos del amor.

A mi padre se le enseñó que supuestamente debía ser perfecto y que la ira era la única emoción masculina permisible. Como resultado, ese pequeño niño que cometió errores y al que le gritaron, se sintió defectuoso e indigno de ser amado.

Mi madre me dijo cuánto me amaba, lo importante y valioso era, y cómo podía ser cualquier cosa que quisiera ser. Pero mi madre no tenía auto-estima ni límites, entonces cometió conmigo un incesto emocional. Yo me sentí responsable por su bienestar emocional y sentí gran vergüenza al no poder protegerla de la violencia de mi padre o del dolor de la vida. Esto era prueba de que yo era tan defectuoso que, aunque una mujer pudiera pensar que era digno de amor, eventualmente la verdad de mi indignidad sería expuesta, por mi inhabilidad para protegerla y asegurarle su felicidad.

La iglesia en la que me crié, me enseñó que nací pecador e indigno y que debía ser agradecido porque Dios me amaba a pesar de mi indignidad. Y, aunque Dios me amaba, si yo permitía que mi indignidad saliera a la superficie comportándome (o incluso pensado) en base a las vergonzosas debilidades humanas con las que nací, entonces Dios se vería forzado, con gran tristeza y renuencia, a mandarme al infierno para arder por siempre.

¿Es de sorprenderse que en mi centro me sintiera devaluado e indigno de ser amado? ¿Es de sorprenderse que como adulto me quedara atrapado en un ciclo continuo de vergüenza, culpa y auto-abuso?

El dolor de ser indigno y la vergüenza eran tan grandes, que tuve que aprender formas para volverme inconsciente y desconectarme de mis sentimientos. Las formas como aprendí a protegerme del dolor y nutrirme cuando estaba herido, eran cosas como las drogas y el alcohol, la comida y los cigarros, las relaciones y el trabajo, la obsesión.

La forma como funciona en la práctica es como esto: Me estoy sintiendo gordo; me juzgo por estar gordo; me avergüenzo a mi mismo por ser gordo; me flagelo por estar gordo; entonces me hiero tanto que tengo que aliviar parte del dolor; entonces me consiento y me como una pizza; luego me juzgo por comer pizza, etc., etc.

Este es un ciclo funcional para la enfermedad. La vergüenza engendra el auto-abuso, que engendra la vergüenza, que sirve al propósito de la enfermedad, que es mantenernos separados, para no programarnos a equivocarnos, creyendo que somos merecedores y dignos de ser amados.

Obviamente este es un ciclo disfuncional si nuestro propósito es ser felices y disfrutar de estar vivos. La forma para detener este ciclo tiene dos partes y es simple en teoría, pero extremadamente difícil de implementar momento a momento, en bases cotidianas en nuestras vidas. La primera parte tiene que ver con remover la vergüenza de nuestro proceso interno. Este es un proceso complicado y de multinivel, que involucra cambiar los sistemas de creencias que están dictando nuestras reacciones hacia la vida (esto incluye todo, desde afirmaciones positivas, hasta trabajo de liberación de energía emocional y pena, grupos de apoyo, meditación y oración, trabajo con el niño interior, etc.) para que podamos cambiar nuestra relación con nuestro ser en el centro y comencemos a tratarnos a nosotros mismos en formas más sanas.

La segunda parte es más simple y generalmente más difícil. Involucra tomar «la acción». («la acción» se refiere a un comportamiento específico. Debemos tomar acción para hacer todas las cosas listadas también en la primera parte.) Cambiar el comportamiento que nos está dando una razón para sentir vergüenza. Simplemente decir «no» o «si», si el comportamiento en cuestión es algo como no comer, o aislarnos, o no hacer ejercicio. E incluso aunque pueda funcionar durante algún tiempo en el corto plazo, usar la vergüenza y el juicio para motivarnos a cambiar un comportamiento, en el largo plazo, en alineación con nuestra meta de tener relaciones más amorosas con nosotros mismos para ser felices, es mucho más poderoso tomar esa acción de una forma Amorosa.

Esto implica establecer un límite al pequeño niño dentro de nosotros, que quiere gratificación y alivio instantáneo, a través del adulto Amoroso en nosotros que comprende el concepto de gratificación retardada. (Si hago ejercicio cada día me sentiré mucho mejor en el largo plazo.) El verdadero orgullo proviene de la acción tomada. Es falso orgullo sentirnos bien respecto a nosotros mismos en comparación con la apariencia, el talento, la inteligencia o al ser forzados a volvernos espirituales, sanos o sobrios. Esos son dones. El orgullo verdadero es tomar crédito por la acción que hemos emprendido para fomentar, nutrir y mantener esos dones.

La forma de destruir el ciclo auto-destructivo, es detener la danza de vergüenza, sufrimiento y auto-abuso, es establecer límites Amorosos para nosotros, en el momento que surge esa necesidad desesperada por la gratificación inmediata, y saber que, aunque no es vergonzoso si no podemos hacerlo perfectamente todo el tiempo, solo necesitamos «hacerlo». Necesitamos que nuestro Ser Verdadero apoye a nuestro ser herido con el fin de Amarnos a nosotros mismos.

Codependencia e Interdependencia

«Con el fin de dejar de entregar nuestro poder, de dejar de reaccionar desde nuestro niño interior, de dejar de establecernos como víctimas, para que podamos comenzar a aprender a confiar y a Amarnos a nosotros mismos, necesitamos comenzar a practicar el discernimiento. Discernir es tener los ojos para ver y los oídos para escuchar, y la habilidad para sentir la energía emocional que es Verdad.

No podemos estar claros sobre lo que estamos viendo y escuchando, si estamos reaccionando a heridas emocionales que no hemos estado dispuestos o no somos capaces de sentir, o hacia actitudes subconscientes que no hemos estado dispuestos o no somos capaces de observar. No podemos aprender a confiar en nosotros mismos, si seguimos poniéndonos de víctimas ante personas poco confiables.»

«No solo se nos enseñó a ser víctimas de las personas, lugares y cosas, se nos instruyó para ser víctimas de nosotros mismos, de nuestra propia humanidad. Se nos enseñó a tomar nuestra fortaleza del ego, nuestra auto-definición, de manifestaciones externas a nuestro ser… La apariencia, el talento, la inteligencia, las manifestaciones externas de nuestro ser son dones para ser celebrados. Son regalos temporales. No son la totalidad de nuestro ser. No nos definen ni dictan si tenemos valía. Se nos enseñó a hacerlo al revés. Se nos instruyó para tomar nuestra auto-definición y nuestra auto-valía de ilusiones temporales externas a nuestros seres. Esto no funciona. Es disfuncional.»

La Codependencia y la interdependencia son dos dinámicas muy diferentes.

La Codependencia tiene que ver con regalar el poder de nuestra auto-estima. Tomar nuestra auto-definición y nuestra auto-valoración de fuentes externas es disfuncional, porque provoca que regalemos nuestro poder sobre cómo nos sentimos respecto a nosotros, a personas y fuerzas que no podemos controlar. Cada vez que le damos el poder de nuestra auto-estima a algo fuera de nosotros, estamos convirtiendo a esa persona o cosa en nuestro poder superior. Estamos adorando dioses falsos.

Si mi auto-estima está basada en personas, lugares y cosas; dinero, propiedades y prestigio; apariencia, talento, inteligencia; entonces me estoy colocando en el papel de víctima. Las personas no siempre harán lo que quiero que hagan; las propiedades pueden ser destruidas por un terremoto, una inundación o el fuego; el dinero puede desaparecer en el mercado de valores o en malas inversiones; la apariencia cambia conforme envejecemos. Todo cambia. Todas las condiciones externas son temporales.

Es por esto que es tan importante entrar en contacto con nuestra conexión Espiritual. Para comenzar a darnos cuenta de que tenemos valor porque somos hijos de Dios. Que todos somos parte de la UNICIDAD Eterna que es la Fuerza de Dios, la Energía de la Diosa, el Gran Espíritu. Somos seres Espirituales viviendo una experiencia humana, nuestro valor como seres no depende de ninguna condición externa. Somos Amados Incondicionalmente y siempre lo hemos sido.

Entre más podamos adueñarnos de la Verdad de lo que realmente somos e integrarlo dentro de nuestras relaciones con nosotros mismos, más podremos disfrutar esta experiencia humana que estamos viviendo. Entonces podemos comenzar a aprender como ser interdependientes, como regalar nuestro poder en formas conscientes y sanas, porque nuestra auto-valoración ya no depende de fuentes externas.

La interdependencia consiste en hacer aliados, formar asociaciones. Tiene que ver con formar conexiones con otros seres. La interdependencia significa que le damos a otro algo de poder sobre nuestro bienestar o nuestros sentimientos.

Cada vez que nos preocupamos por alguien o algo, entregamos algo de poder sobre nuestros sentimientos. Es imposible Amar sin entregar algo de nuestro poder. Cuando elegimos Amar a alguien (o algo, una mascota, un auto, cualquier cosa) les estamos dando el poder de hacernos felices, no podemos hacer eso sin también darles el poder de herirnos o hacernos sentir enojados o asustados.

Con el fin de vivir necesitamos ser interdependientes. No podemos participar en la vida sin entregar algo de nuestro poder sobre nuestros sentimientos o nuestro bienestar. No estoy hablando aquí solo de personas. Si ponemos dinero en un banco, le estamos dando parte de nuestro poder sobre nuestros sentimientos y bienestar a ese banco. Si tenemos un auto, tenemos una dependencia en este y tendremos sentimientos si algo le sucede. Si vivimos en una sociedad tenemos que ser interdependientes en algún grado y entregar parte de nuestro poder. La clave es ser conciente en nuestras elecciones y adueñarnos de la responsabilidad por las consecuencias.

La interdependencia sana es ser capaces de ver las cosas claramente, ver a las personas, las situaciones, las dinámicas de la vida y la mayor parte de nuestro ser, claramente. Si no estamos trabajando en sanar las heridas de nuestra infancia y cambiar nuestra programación infantil, entonces no podemos comenzar a vernos a nosotros claramente o ninguna otra cosa en la vida.

La enfermedad de la Codependencia nos hace continuar repitiendo los patrones que nos son familiares. Entonces elegimos confiar en personas poco fiables, depender de personas en las que no se puede depender, amar a personas no disponibles. Al sanar nuestras heridas emocionales y cambiar nuestra programación intelectual, podemos comenzar a practicar discernimiento en nuestras elecciones, para poder cambiar nuestros patrones y aprender a confiar en nosotros mismos.

Al desarrollar una auto-estima saludable, basada en el conocimiento de que la Fuerza está con nosotros y nos Ama, entonces podemos tomar el riesgo conscientemente de Amar, de ser interdependientes, sin caer en la creencia de que el comportamiento de otros determina nuestra auto-valoración. Tendremos sentimientos, seremos lastimados, estaremos asustados, nos enojaremos, porque esos sentimientos son una parte inevitable de la vida. Los sentimientos son parte de la experiencia humana que venimos aquí a aprender, no pueden ser evitados. Tratar de evitarlos solo nos provoca perdernos el Júbilo, el Amor y la felicidad que también pueden ser parte de la experiencia humana.

Por Robert Burney

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