Puede parecer raro meditar con los ojos abiertos y poner en una misma frase «meditación» y «ojos abiertos», pero se trata de una práctica que puede resultarte muy productiva. La meditación se suele hacer con los ojos cerrados por una buena razón: es más fácil no distraerse. No obstante, meditar con los ojos abiertos te permitirá desarrollar la capacidad de relajarte en cualquier situación, ademas de practicar la atención plena durante tu día a día, al tiempo que aprecias cualquier circunstancia que estés experimentando. Puedes llegar a meditar mientras haces un deporte.
Cuando tienes los ojos abiertos, ves el aquí y el ahora. Miras al mundo frente a ti, como es, en este momento.
Piensa en la experiencia de ver una magnífica puesta de sol o un cielo nocturno despejado. Su belleza y asombro tiene una forma de cautivar completamente nuestra atención. Aunque este estado de dicha no es la norma para nosotros, la naturaleza nos recuerda nuestra capacidad de estar plenamente presentes.
Cuando nuestros ojos están abiertos….
Todos soñamos despiertos… nuestros ojos están abiertos pero no vemos lo que está frente a nosotros. Nos envolvemos en nuestros pensamientos. Esto sucede mientras hacemos casi cualquier cosa: caminar, lavar los platos, ver una película, trabajar, comer o tener una conversación, por nombrar algunos.
A menudo nuestras mentes deambulan por sí mismas, pero a veces se les indica.
Por ejemplo, cuando vemos un árbol, puede indicarnos que pensemos en la última vez que estuvimos en el bosque. Y de repente comenzamos a pensar cuándo queremos ir a acampar a continuación. Luego viene a nuestra cabeza de a quién deberíamos invitar. Y despues, oh mierda, debemos recordar enviar un mensaje a nuestros amigos y reservar un campamento para este verano.
Cuando meditamos con los ojos abiertos, naturalmente experimentamos la misma deambulación mental y curación que experimentamos durante todo el día.
Queremos la presencia de la meditación con los ojos abiertos sin dejarnos llevar por estímulos errantes o distractores.
Instrucciones
- 1.- Inicia la práctica con la intención de meditar con los ojos abiertos de forma regular. Al principio, puedes elegir un lugar y una hora donde estés relativamente libre de distracciones; aunque también podrías descubrir que una práctica más espontánea te funciona mejor. Cuando te sientas preparado, traslada el ejercicio a las experiencias cotidianas -practícalo, por ejemplo, mientras esperas el autobús o cuando estés preparando la cena-.
- 2.- Elige un objeto en el que concentrarte durante la meditación. No es imprescindible, pero averigua si te es de utilidad. Puede ser algo que tenga algún significado para ti o un objeto sencillo. Elije algo de la naturaleza o que sea natural, como un árbol, una planta de interior o la llama de una vela. Si ninguno de estos está disponible, intenta mirar aunque sea al suelo a unos metros de usted.
- 3.- Comienza sentándote o tendiéndote en una posición cómoda que puedas mantener durante unos 15 minutos. No tienes que meditar todo ese tiempo, pero puedes hacerlo en el caso de que estés disfrutando realmente. Meditar con los ojos abiertos promueve la plena consciencia que sobreviene tras prestar atención a tus sensaciones, así que modifica la postura si es necesario.
- 4.- Concéntrate en tu respiración. Percibe la inhalación, la exhalación y el pequeño intervalo entre ambas. Continúa sintiendo en tu interior tu respiración y presta atención a lo más profundo de tu organismo. Imagina tu respiración extendiéndose más allá de tu cuerpo y nota la conexión entre tú y lo que te rodea.
- 5.- Percibe cualquier sensación que te llegue. Advierte lo que piensas y lo que sientes. No es necesario que cambies lo que percibes; simplemente, percíbelo. Puede resultar difícil, así que continúa sintiendo tu respiración y concentrándote en ella para eliminar la conexión con cualquier distracción que surja. Al concentrarte en tu respiración, podrás permanecer en contacto con tu cuerpo, lo que te permitirá continuar con la meditación y profundizar en tu consciencia.
- 6.- Dirige tu mirada a lo que te rodea. Advierte todas las evaluaciones que hagas. Trátalas como si estuvieras en el cielo y fueran nubes que van flotando. Continúa centrando tu atención en la respiración.
- 7.- Mientras permaneces inmóvil, conduce tu atención hacia tus manos. Aquí comienza tu intento de sentir tu energía vital. Puedes notar hormigueo, calor, frescor o una sensación de amplitud en partes de tu cuerpo mientras diriges tu atención a tu alrededor. Sigue subiendo hasta los brazos, el cuello y la cabeza, y luego baja hacia el pecho, el abdomen, las piernas y los pies. Si te distraes, simplemente concéntrate en tu respiración, utilizando incluso las palabras «dentro» y «fuera» si te son de utilidad.
- 8.- Experimenta con la meditación mientras te mueves, hablas o escribes. Así averiguarás que meditar mientras haces cosas puede mejorar tu experiencia vital.
- 9.- Prepárate para terminar la meditación. Tómate un momento para notar cómo te sientes y darte las gracias a ti mismo por haber participado en el ejercicio. La meditación con los ojos abiertos te ofrece la oportunidad de relajarte sea cual sea el entorno (el cuarto de baño, la oficina, o incluso una tienda). Lleva contigo esa sensación de relajación mientras sigues con tu jornada.
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