Olores, sabores, texturas y nuestra atención.
Esta práctica para desarrollar la atención es divertida y puedes llevarla a cabo en cualquier momento y en cualquier lugar. Te daré un ejemplo de cómo puedes proceder: coloca un plato frente a ti con algunas frutas sobre él: un plátano, una manzana, una mandarina, una ciruela, etc. Luego cierra los párpados de los ojos y toma alguna de estas frutas con las manos. Siente con detalle no solo la forma de la fruta sino a su vez, la textura de su cáscara por un minuto o dos. Luego, durante algunos segundos también, huele con detalle y atención plena la fruta elegida. Posteriormente y sin abrir los parpados de los ojos en ningún momento, pela la cáscara de la fruta y empieza a comerla muy lentamente, al tiempo que saboreas con detalle y sientes la textura de la fruta mientras la masticas. No te apresures en momento alguno. Permanece completamente alerta de todo el proceso. Cuando hayas terminado la fruta elegida, si lo deseas toma otra y haz lo mismo que con la anterior. Y así sucesivamente hasta que lo desees. Finalmente, cuando lo consideres oportuno abre simplemente los parpados de los ojos y pon fin al ejercicio.
Esta práctica para desarrollar la atención la puedes extender a todo lo que comas. Por ejemplo, cuando tomes un café o saborees un chocolate puedes hacer lo mismo, ya sea con los parpados cerrados o no. Luego puedes aplicar también este ejercicio de atención a tus desayunos, comidas y cenas manteniendo una atención plena de los sabores, olores y texturas de los alimentos que comas. Esto logrará no solo que disfrutes mucho más de los alimentos, sino también, que cada vez que comas lo hagas plenamente atento y consciente de lo que estás haciendo y jamás de manera mecánica, mientras tus pensamientos se ocupan de otros asuntos o se ponen simplemente a divagar.
Fuente: La experiencia del despertar
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