Normalmente expresamos nuestros sentimientos y experiencias a través de nuestra actitud física y nuestros movimientos. En algunas experiencias fuertemente emocionales, todo nuestro cuerpo está implicado.
En la alegría todo nuestro cuerpo tiende a movilizarse dentro de diferentes actividades: sonreír, bailar, cantar.
Ante el miedo, todo nuestro cuerpo o se inmoviliza y vuelve tenso, o reacciona activamente, corriendo.
Con otras experiencias, sólo partes del cuerpo expresan lo que sienten. Tal vez sólo mi boca sonríe, mi nariz se frunce disgustada, mis pies golpetean mi impaciencia, o la tensión de mi cuello o puño expresa mi cólera.
La mayoría de nosotros evita experimentar ciertos sentimientos y otros aspectos de nuestra existencia que son incómodos o dolorosos, o que puedan ocasionar una respuesta desagradable de parte de otra gente en nuestro medio.
Cuando evito la conciencia de lo que estoy sintiendo, también tengo que evitar la conciencia de cómo mi cuerpo expresa el sentimiento. Generalmente esto implica una interrupción parcial o total de los movimientos que normalmente expresarían el sentimiento.
Si me siento colérico y comienzo a cerrar los puños, tenso mi brazo y mi pecho para golpear, sólo puedo interrumpir esta actitud tensando los músculos que se oponen a este movimiento. La tensión resultante todavía es una señal de que algo procura expresarse, de modo que también puedo evitar ser consciente de esta tensión, dirigiendo mi atención a cualquier otra cosa y perdiendo conciencia de esas partes de mi cuerpo.
Si quiero recuperar la conciencia de lo que siento, resulta ser útil revertir el proceso, dirigiendo deliberadamente la atención a las partes de mi cuerpo que se encuentran tensas o tienen muy poca sensibilidad. Explorando las zonas de tensión o de falta de sensaciones en mi cuerpo, puedo recuperar conciencia de esos sentimientos. El siguiente experimento puede brindarte cierta experiencia al respecto.
Darse cuenta de la cara
Recuerda: este símbolo indica una pausa. No sigas leyendo cuando llegues a esta pausa y date un tiempo de explorar tu propio darse cuenta, siguiendo las instrucciones
Cierra los ojos… Busca una posición cómoda…
Toma conciencia de las sensaciones que provienen de las diferentes zonas de tu cara…
¿Dónde sientes tensión o rigidez?…
¿Qué partes de la cara puedes sentir claramente?…
¿Y qué partes sientes muy vagamente o no sientes en absoluto?…
Nota que parte de tu cara emerge con mayor fuerza dentro de tu darte cuenta…
Dirige tu atención a esa parte de la cara…
Ponte más alerta respecto a esa parte de la cara y observa que sentimiento, expresión o movimiento aparece mientras lo haces…
Permite que esa parte de tu cara haga lo que quiera, y dirige tu atención sobre lo que de esto se derive…
¿Qué expresa esa parte de tu cara?…
Si esa parte de tu cara pudiera hablarte en voz baja ¿Qué diría?…
Imagina ahora que te conviertes en esa parte de la cara e identifícate con lo que expresa esa parte de tu cara, ¿Qué dices tú?…
Entrégate totalmente a la experiencia de ser esa parte de tu cara…
¿Cómo te sientes y qué estás tratando de expresar?…
En un minuto o algo más te pediré que abras los ojos y compartas tu experiencia con los otros integrantes del grupo, o bien si estás haciendo esta experiencia a nivel individual, reflexionalo en voz alta. Expresa tu experiencia en primera persona del presente como si estuviera ocurriendo ahora. Describe detalladamente de qué eres consciente en tu cara y muestralo en tu expresión facial. Continúa describiendo qué se manifiesta mientras diriges tu atención a una parte de tu cara, intensifica la expresión, y di entonces qué experimentas mientras te identificas con esa parte de la cara…
Mayormente nos comunicamos con los demás a través de la cara, y la cara es particularmente importante en comunicar sentimientos y emociones. Si ocasionalmente deseas emplear un instante en tomar conciencia real de tu cara, tú puedes retomar contacto con lo que pasa dentro de ti en ese momento y no está siendo expresado. Por Ejemplo, puedes encontrar que tu nariz se frunce con repugnancia, o que tus ojos esconden lágrimas, o tu boca comienza a sonreír. Cualquier cosa de la que llegas a darte cuenta, es parte de tu experiencia, otra parte de tu vida que puedes reconquistar y utilizar, pero sólo si te vuelves profundamente alerta de lo que ocultas.