Vivimos aquí, en esta Tierra, en un mundo de «Seres» individuales. Vivimos en el imperio de los millones de Egos separados y aislados, y mientras nos domine el Ego, tenderemos a olvidarnos del Milagro de la Conciencia. El Ego solo persigue sus propios sueños y ambiciones, por lo que muy a menudo, es posible que amargue nuestra vida. Solo la muerte del ego, podrá volvernos a la verdad del nuestro Yo y podrá restaurar el correcto funcionamiento de la Humanidad.

Debemos enfrentarnos a la realidad: hay un «pequeño ego» tiránico en la cabeza de todos nosotros, y este pequeño ego se esta quejando durante todo el tiempo. Es un ego posesivo, insatisfecho, que a menudo hace de nuestra vida una miseria. Este pequeño ego, o más precisamente, lo que creemos que es nuestro Ser, enroscado en el fondo de nuestra mente, es el responsable de una enorme cantidad de sufrimiento y destrucción innecesarios, y de un sin sentido en la historia de la humanidad.

El nacimiento del ego

El ego, como centro organizador y controlador de nuestra personalidad, es el responsable de crear un equilibrio entre la persona y su entorno. En este esfuerzo, el Ego es asistido por otros dos componentes de nuestra personalidad. La persona, es decir, la personalidad de nuestro rol en la vida y la Sombra. Estos dos componentes cumplen en nosotros una función protectora. ‘La Persona‘ detecta los efectos potencialmente dañinos del mundo externo, mientras que ‘la Sombra‘ hace lo mismo con las amenazas que surgen desde el inconsciente. Estos componentes juntos constituyen la identidad de la persona.

La muerte del ego en la sociedad.

Un bebé aún no tiene una personalidad, un Ego, una identidad separada de su madre. Para un bebé, el mundo es una mezcla de gustos, voces, colores, formas e impresiones, cuyos elementos son imperceptibles. No existe un Ser, un bebé aún vive en una unidad inconsciente. Como consecuencia de satisfacer las necesidades que le aparecen y los enfrentamientos inevitables con el mundo externo, con la «realidad», la armonía entre el bebé y el mundo exterior se verá interrumpida. El bebé aprende a caminar y un mundo nuevo se abre para ellos. Aprenden a hablar, lo que traerá la aparición de la vida social. De esta manera, el bebé se va separando gradualmente de su madre, y aparecerá un «Yo» distinto, naciendo así el Ego, un «Yo» que buscará constantemente la aceptación de su entorno .

Con la adquisición de la capacidad de hablar, el niño se va identificando cada vez más con su propio nombre. «¡Pedro tiene hambre!» – dice el niño, y poco a poco aprende el concepto del «yo», del «mío» y de la separación «mio – tuyo». El niño está cada vez más convencido de que cuanto más posea y más a menudo haga valer su propia voluntad, más fuerte será su propia personalidad. Esta será una de las herramientas que utilizará para ser admirado y aceptado por su alrededor. Así es como emerge el Ego, la atención interior se aleja del Milagro y la Conciencia se sumerge en un sueño profundo. 

Poco a poco, el mundo se va volviendo más y más grande para el niño, y esto va haciendo que el Ego crezca y se fortalezca más y más. Luego siguen a la edad del jardín de infantes, cuando el niño aprende a jugar y asumir roles, formando y desarrollando la Persona, es decir, la personalidad del rol, creando con el juego el comienzo de las máscaras que usarán más tarde.

En el inconsciente, la Sombra se está formando en paralelo con estas máscaras. Los patrones de comportamiento rechazados por los adultos en el entorno del niño se hundirán en el subconsciente, ya que estos patrones están en oposición al papel y la máscara del «niño bueno». Así es como toman forma los métodos de operación inconsciente del Ego.

El ascenso del ego

Cuando el niño llega a la escuela, aprende cada vez más, a menudo inconscientemente, de los adultos, de los padres, de los maestros, y acepta incuestionablemente todo lo que le dicen las personas adultas, ya que el niño considera que saben todo.

Cuando el niño crece y crece, se identifica completamente con sus ideas, nombre y género, con las máscaras que ha adquirido, sus calificaciones, títulos, trabajo y propiedades, aprenderá historias y su historia personal de vida será parte de su ego.

Niños y la muerte del ego

El Ego quiere poseer más y más, y quiere volverse cada vez más y más poderoso… más conocimiento, más fe, más riqueza material. Quiere devorar más y quiere hacerlo cada vez con más ansiedad. Así es como el Ego se convierte en un tirano que domina cada vez más nuestra vida.

El ego, que no es más que una producción mental y un sistema de creencias, controla el programa de nuestra vida, los instintos, las señales emocionales y es capaz de reemplazarlas con estrés y estados de agotamiento. Lo que es más, en ciertos casos incluso es capaz de destruir al individuo de varias maneras. Todo ello lo hace siempre buscando como base la aceptación de la sociedad y del entorno.  

También se enfrenta al mundo externo («¡Conquistemos la Tierra!»), al exterminio de especies, la violencia, las guerras y los desastres ecológicos. Esto nos muestra el camino del hombre en la Tierra. Los terroristas, los fundamentalistas religiosos, las naciones que luchan en guerras de conquistas, los políticos maníacos del poder y los empresarios desinhibidos, todos son representantes del Ego de una manera más grande. Toda nuestra cultura y civilización, descansa sobre el ego egoísta y posesivo. A medida que el Ego crea las instituciones de la sociedad, estas instituciones son también las expresiones del Ego.

La muerte del ego

La crisis sociales y ecológica que amenaza a la humanidad y a nuestra Tierra, nos obliga a tomar ciertas decisiones. Debemos ver más allá de nuestros programas mentales dominados por el Ego, porque si no lo hacemos, próximamente nos destruiremos a nosotros mismos y a una gran parte del mundo.

Por lo tanto, el Ego debe caer, ya que está en contra del desarrollo evolutivo de la Conciencia. La muerte del Ego puede tener lugar de dos maneras: de una manera hermosa y digna o de una manera dolorosa y llena de sufrimiento. Pero ambas formas nos llevarán a la misma meta: al Despertar de la Conciencia .

Estamos muy familiarizados con este viaje lleno de dolor. Una aspiración básica que tiene el Ego es el crecimiento… hacerse más grande, más fuerte y más sólido en el mundo de las formas. Quiere poseer más y elevarse más en la estructura jerárquica del mundo, y quiere conquistar un territorio cada vez más grande. El Ego dedica toda su energía a hacer que todo sea constante, sin tener en cuenta una ley muy importante sobre esto: todo es transitorio y todo está sujeto a un nacimiento y una muerte .

El nacimiento espiritual dentro de la muerte del ego

Mujer saludando al sol.

La mejor forma que nos conduce al redescubrimiento del Ser, comienza alrededor de la mitad de nuestra vida humana, cuando la persona, bajo los efectos de su experiencia, tiende a reconocer los mecanismos operativos del Ego y se da cuenta de que tirano es. La persona se aleja de las formas hacia un mundo más trascendental, libre de toda forma. Eso es a lo que uno de los psicólogos más famosos, Carl Gustav Jung, llamó el nacimiento espiritual del hombre.

Ese nacimiento espiritual comienza con el reconocimiento de que alejarse del Milagro y de la conciencia, y el estar identificados con las formas, es la razón de todos nuestros sufrimientos. Una persona que hace ese reconocimiento, abandona gradualmente su identificación con las formas y retrocede hacia un área más tranquila, dando lugar a la muerte del ego. De esta manera estará más alerta de sí misma y de su entorno. El cielo despejado de la Conciencia estará cada vez contaminado por menos nubes, dando paso al regreso del Milagro de la Conciencia.

En el espacio de la Conciencia pura, la persona reconoce y experimenta claramente que el Ego es un fraude. El Ego se llama a sí mismo real y el único «Yo» existente que podemos experimentar como totalmente real, es nuestra Conciencia.

La persona espiritual busca a ese Ego arrogante en muchos momentos de su vida, en el estado puro de la conciencia, en la meditación, en el estado despierto de enfocarse en sí mismo, en el estar conversando en su mente, pero no lo encuentra en ninguna parte. El individuo puede buscar la fuente de esa voz, pero cuando intenta agarrarla, se escapa. El monólogo interno, la voz del Ego se detiene y desaparece. Se pierde en la nada y la persona experimenta que no hay otro «Yo» sino la Conciencia. El individuo se dará cuenta de que el único remedio natural contra el crecimiento paranoico del Ego es la vigilia y la atención.

Este es el comienzo de una vida de diferente calidad: experimentar la Conciencia es la única salvación para toda la humanidad

Durante toda la existencia, hemos pasado por varias etapas. Primero, como personas prehistóricas, reconocimos nuestras necesidades corporales. En la Edad Media experimentamos la emociones extremas. Y en la era moderna, adoramos el poder de la mente. Ahora estamos en el umbral de un nuevo período de evolución. Reconocemos que más allá del ámbito de las sensaciones, las emociones y los pensamientos hay un «algo» despierto, atento, amoroso, consciente y real, y ese «algo», es la conciencia del Yo soyAsí es como la raza humana, está despertando a la Conciencia del sueño del Ego, el nuevo renacer… la muerte del ego.

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