En numerosas ocasiones, nos podemos encontrar con un obstáculo en nuestro camino lo suficientemente grande como para sacudir nuestra realidad. Es ahí cuando aparecen nuestros miedos e inseguridades muchas veces camuflados con justificaciones mentales como un yo no puedo, un yo no se o un no es para mi. Cuando logremos enfrentarnos a los miedos a superar, es cuando podremos abrir la puerta de entrada al cambio positivo.
Cada vez que intentamos cambiar algo, especialmente algo en lo que hemos creído durante mucho tiempo, aparece el miedo golpeando a nuestro interior. El miedo al cambio es algo bastante común en nuestra sociedad actual. Enfrentarse a el nos libera, pero requiere que asumamos el sentimiento de no querer cambiar y de lucha contra todos los condicionamientos sociales que tenemos. Y tenemos muchos; el miedo al fracaso, al ridículo, a estar solo, al dolor, al rechazo, a no tener una comunidad y el miedo final de todos ellos, a morir.
¿Qué te impide ser tú?
Echemos un vistazo a nuestros temores que parecen ser los pesados cerrojos de nuestras puertas al cambio.
Detrás de un miedo siempre hay una verdad. Nuestros miedos representan la puerta de entrada a esa verdad. Es como un mecanismo de bloqueo que se ha implementado para asegurar que la verdad permanezca oculta, protegiéndonos con elegancia de nuestras falsas creencias. La mente subconsciente está fuertemente protegida y el miedo tiene muchas caras.
Veamos los diferentes miedos a superar que representa el cambio. Podrían darte algunas ideas sobre lo que esconden tus ‘cerraduras’ internas.
Miedo al cambio
Las situaciones que nos son familiares, nos brindan de alguna manera una seguridad y tenemos una percepción de comodidad. La idea errónea radica en que de alguna manera necesitamos estar protegidos de este mundo, de nuestras propias vidas. Nos enfocamos en otros temas para tratar de no hablar ni pensar sobre la posibilidad del cambio que tanto nos incomoda.
El miedo al cambio nos impide crecer, evolucionar y prosperar. Nos mantendrá esclavos de viejas programaciones. Es la ‘nave nodriza’ de todos los miedos para superar, y es por eso que es tan difícil dejar ir. La mayoría de las veces sabemos que es bueno para nosotros, pero nos resistimos a hacerlo.
Si decidimos no superar miedos de este tipo, normalmente nos justificaremos diciendo que la única vida posible es la que tenemos. Es entonces cuando aparece nuestro papel de victima, para pasar después a la resignación y al acto de culpar a los demás y a nuestras circunstancias.
Miedo a estar solo
Estamos programados desde nuestro nacimiento a confiar en otros: madre, padre, maestros, hermanos mayores… Nuestra vida va girando en un proceso para que los demás nos acepten de alguna manera y así conseguir el cariño y sentirnos de alguna manera aceptados por la sociedad. Es por esto que muchas veces basamos nuestros actos en base al cariño que nos puedan dar desde el exterior para sentirnos aceptados.
El problema de esto radica en que en el momento que no existe nadie para darnos ese cariño y aceptarnos de alguna manera, empiezan a aparecer nuestras inseguridades. La idea de la soledad asoma como si fuese un enemigo para nuestra estabilidad emocional.
El riesgo de todo esto son los mensajes que podemos acabar repitiéndonos referentes al amor. Un pensamiento típico de estas situaciones es el «Nadie me quiere, estoy solo, no soy lo suficientemente bueno para los demás». Cuando tendemos a repetirnos este tipo de frases, es muy fácil que entremos en algún tipo de depresión.
Miedo a estar solo en tus creencias
Esta es la energía que proviene de la creencia de que necesitamos a otros para validar nuestras opiniones y perspectivas. Tenemos miedo de decir nuestra propia verdad. » ¿Y si nadie está de acuerdo conmigo?… ¿Qué pasa si piensan que estoy loco o soy raro?… ”. Esta programación mantendrá a cualquier persona callada y petrificada por el hecho de ir en contra de cualquier creencia común.
Cuando actuamos de esta manera y no expresamos nuestra opinión, tendemos a verlo reflejado en los demás. Es entonces cuando podemos reaccionar con cuestiones como: “ ¿Quién te crees que eres?… ¿Quién eres para hablar y cuestionar algo?… ”. Seguro que conocemos a alguien que reacciona de esta manera.
Al cuestionar nuestra propia vida, nuestra relación con la verdad y con las creencias, aparecen estos miedos a superar, pero no nos equivoquemos… es un regalo. Una vez que los detectemos, podemos conocer que necesitamos liberarnos.
Miedo al ridículo
Lamentablemente, cuando eramos niños, podríamos haber sido acosados por compañeros de clase o ridiculizados por nuestros padres u otros miembros de la familia. Un niño tiene una perspectiva completamente diferente a la de un adulto y levantará un muro de defensa hacia cualquier cosa que sienta como incómoda y no resuene con su interior. En ese momento, aparece una máscara, una de muchas, y a medida que se usa, nuestro verdadero ser se va encogiendo poco a poco. A medida que envejecemos, más tarde, podemos escondernos detrás de esa máscara.
Miedo a la separación
Desde el nacimiento, necesitamos sentirnos conectados con nuestra madre o padre. Cualquier cosa que perturbe esa conexión natural, hará que nos sintamos vulnerables y aparecerá al miedo a la separación.
Alejarnos de nuestra familia, no sentirse como parte de un grupo de amigos, o simplemente no sentirse parte de la sociedad, aumentará este tipo de miedos a superar. No sentirse que encajas, traerá esa vieja herida de desconexión.
‘Separar’ no es una buena palabra. Es un concepto que indirectamente nos lleva a deducir que nuestra seguridad está en el exterior, cuando nuestra seguridad real está en nuestro interior. La verdad es que si, todos estamos separados unos de otros como individuos, pero estamos unidos como uno.
Miedo al fracaso
El fracaso es una palabra mal utilizada. A menudo nos la repetimos a nosotros mismos cuando las cosas no salen como nos hubiese gustado. El concepto de ‘fracasar’ es lo opuesto a ‘ganar’, o a no tener éxito en lograr una tarea u objetivo en particular. Nuestra sociedad ha moldeado esta mentalidad de ‘ganar o perder’, que está lastimando a muchas almas que creen en ella. El no tener éxito, como puede sucedernos al no conseguir lo deseado, es simplemente una lección de la que podemos aprender. Sin estas experiencias, no habría crecimiento, ni evolución, ni ganas de continuar expandiéndose.
¿Alguna vez has escuchado a alguien decir: “ Si la situación que tuve que era aparentemente trágica no hubiese sucedido, no sabría lo que sé hoy… No cambiaría nada de lo que sucedio. Me ha convertido en quien soy hoy ” ?. Ser capaces de ajustarnos, redirigir nuestros esfuerzos y aprender sobre nosotros mismos, es donde realmente se encuentra el éxito.
No tener miedos al resultado es la clave. El verdadero fracaso es tener demasiado miedo para intentarlo.
Miedo al rechazo
No hay rechazo, solo existe la redirección. Cuando te sientes seguro en tu propio lugar, y cuando eliminas los viejos condicionamientos de rechazo, ves las direcciones mágicas que el Universo te está mostrando.
» Cuando una puerta se cierra, otra se abre «. Amo este viejo dicho. Nos dice que no importa si parece que estamos siendo rechazados, solo significa que hay otro camino abierto para nosotros. Pero nos han hecho creer que ser rechazados por otros es otro fracaso. Es el mismo tema de no creerse lo suficientemente bueno. ¿Qué pasa si en realidad significa que hay una mejor vida para ti?… ¿Que hay alguien o algo más alineado contigo?… ¿Qué pasa si significa que tienes algo que aprender al elegir otro camino?…
Estar bajo el hechizo del miedo al rechazo, hará que creas que tienes que cambiar algo sobre ti y seguir tocando esa misma puerta hasta que se abra. Una vez que confíes en el camino de la vida, y en el flujo y las instrucciones que se te presentan, el miedo al rechazo se desvanecerá.
Miedo al éxito
¡Sí, existe algo así!… Es difícil de imaginar para muchos, estoy seguro.
El miedo al éxito está relacionado con la energía del auto-sabotaje y lo que haremos para evitar tener éxito. El miedo al cambio se muestra nuevamente, junto con el miedo a estar solo, ser rechazado, sentirse diferente y cualquier otros miedos a superar que se te ocurran.
¿Por qué puedes sentir y pensar esto?… Simplemente se reduce al hecho de que tener éxito traerá consigo algunos cambios importantes a tu vida.
Miedo al dolor
Todos odiamos el dolor; dolor físico, emocional, mental y espiritual. En el fondo, es una de las experiencias más puras que existen: se trata de la verdad, la brújula de nuestro interior, ¡y lo odiamos!.
Tener dolor no es algo que nos agrade. Esto a llevado a la comercialización farmacéutica de píldoras mágicas. “Toma una pastilla y siéntete mejor. Es una solución fácil”. Aunque también tenemos que reconocer que en el caso del dolor físico, puede estar bien para aliviar los síntomas, pero no olvidarlos y dejarlos pasar.
Es natural ser feliz, saludable y espiritualmente conectado. Es natural sentir dolor cuando el cuerpo nos está hablando, y es natural sentir tristeza después de una pérdida. También es natural sentir miedo cuando un tigre viene hacia nosotros. Deberíamos sentir dolor cuando nuestro cuerpo no está alineado. ¡Todo se llama VIDA!
Acostúmbrate a escucha tu dolor, viene con una valiosa información. Está tratando de llamar tu atención por alguna razón. Necesitas sanar. El dolor es simplemente un signo de ácidos y toxinas, traumas, emociones y señales nerviosas. En un cuerpo sano no existe dolor. Escúchale y toma medidas. Siempre hay una causa para cada efecto. Para que podamos vivir en un cuerpo sin dolor, debemos dejar que sane y que se restablezca.
Miedo a morir
«Muerte». Solo leer esta palabra puede provocar miedo y ansiedad. Seré audaz y diré que la mayoría de las personas en la tierra hoy tienen algún tipo de miedo asociado con la muerte. Si no es por la muerte misma, entonces es por la pérdida y el dolor que ello conlleva. Lamentar la pérdida de nuestros seres queridos es natural y una emoción saludable. Muestra que tenemos compasión y humildad. Pero temer a la muerte en sí misma, y hacer que controle nuestra vida que está aquí y ahora, nos impide explorarla por completo.
El miedo a la muerte es el mayor signo de desconexión con la verdad, y el mayor signo de que hemos sido intimidados para pensar que no somos parte de una creación magnífica. Claro, conocemos que nuestro cuerpo morirá en el sentido de que cambiará de forma, pero nuestra alma nunca morirá. Somos meramente seres espirituales que tienen una experiencia humana en un cuerpo físico. Todo es energía, y la energía no muere: simplemente se transforma.
Al creer que la muerte es algo horrible, que es oscura y aterradora, nos preparamos para ser los candidatos perfecto para la propaganda del miedo. Y mientras todos experimentemos este miedo a gran escala, cualquier cosa puede implementarse en la realidad para salvarnos de morir. Apoyaremos las guerras y haremos cola para inyectarnos cualquier medicina si nos dicen que salvará nuestras vidas. No estoy diciendo que no debas hacer nada para mantenerte con vida, eso es natural, un instinto y es saludable. Sino dejar que ciegamente cualquier cosa altere tu cuerpo y tu estado mental. Esto no es saludable y no debe considerarse como una forma de libertad.
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