La biodescodificación biológica, también conocida como biodesprogramación o biología emocional, es un enfoque terapéutico que sostiene que las enfermedades físicas y los trastornos emocionales están relacionados con conflictos y emociones no resueltas de la vida de las personas. Cada enfermedad o síntoma físico tiene un significado simbólico y aparece tras un conflicto emocional. Estos conflictos emocionales quedan registrados en el inconsciente y si no se resuelven, pueden afectar negativamente a nuestra salud.

Estos síntomas surgen como respuesta a necesidades de nuestro cuerpo. Cada conflicto o problema que no resolvemos, se manifiesta en un órgano en particular, ya que es necesario exteriorizar el estrés que ha aparecido en nuestra mente y en nuestras emociones y no se ha exteriorizado.

El proceso de biodescodificación implica identificar la emoción o conflicto subyacente relacionado con una enfermedad o síntoma físico, y luego trabajar para resolver y liberar esa emoción a través de diversas técnicas terapéuticas. Estas técnicas pueden incluir la exploración de la historia personal del individuo, el análisis de patrones emocionales y la aplicación de herramientas de liberación emocional, como la terapia de conversación, la visualización, la hipnosis, la meditación u otras técnicas afines.

Una silueta de una cabeza con un hilo rojo enredado en ella simulando la enfermedad y la biodescodificación

Funcionamiento del cuerpo, mente y estrés

Como seres humanos, nuestra mente realiza funciones que van más allá del mero pensamiento. Nuestro intelecto es capaz de razonar, calcular, medir, planificar e incluso concebir posibles desenlaces para situaciones hipotéticas. Nos adentramos en el territorio de la imaginación, la conjetura y la creencia. Por ejemplo, es posible que confiemos en que nuestros pensamientos reflejan la realidad, cuando en realidad esa realidad es subjetiva para cada individuo. En ocasiones, nos encontramos enfrentando estrés inducido por situaciones creadas en nuestra mente, ya que para nuestro cuerpo no hay distinción clara entre lo concreto y lo abstracto.

En momentos de estrés, de la misma manera que sucede en otras especies animales, activamos nuestros instintos biológicos en un esfuerzo por asegurar nuestra supervivencia. Estas respuestas provienen de las capas más primitivas de nuestra naturaleza. Nuestro cerebro ancestral nos ofrece una vía para resolver los conflictos internos a través de manifestaciones físicas, como una forma de liberar parte de la tensión acumulada. Esta relación entre estrés y enfermedad tiene raíces profundamente evolutivas. Cada segmento de nuestro cerebro ha evolucionado para responder de manera inmediata a los desafíos biológicos que, en tiempos remotos, podrían haber amenazado nuestra existencia.

En contraste, los conflictos psicológicos no representan un asunto de vida o muerte para el cerebro, aunque puedan generar respuestas similares a las del instinto de supervivencia. Estos dos sistemas, uno orientado a lo biológico y el otro a lo psicológico, coexisten y se superponen, y nuestra comprensión de esta interacción puede proporcionarnos herramientas cruciales para navegar por nuestras experiencias internas y externas.

Como se forma la enfermedad a través del choque

Existen choques biológicos que son respuestas adaptativas del organismo ante situaciones de estrés o peligro que no se deben a problemas psicológicos. Estos choques biológicos pueden generar síntomas que son beneficiosos para la supervivencia y no están relacionados con conflictos conscientes.

Ejemplos de choques biológicos en la naturaleza:

CASO 1: Un gato persigue a un ratón. Mientras el ratón escapa, siente que necesita más aire para poder evadir las garras del gato y salvar su vida. Ante esta situación, el organismo del ratón activa un mecanismo para aumentar su capacidad pulmonar y así satisfacer la demanda de oxígeno. Una vez que el peligro ha pasado, el exceso de tejido pulmonar que se había desarrollado se reduce debido a una infección o se convierte en un quiste.

CASO 2: Si un animal sufre de falta de alimento, su hígado comienza a crecer para almacenar mejor los pocos nutrientes disponibles. Esta adaptación le permite al organismo utilizar de manera más eficiente los recursos alimentarios escasos y mantener su funcionamiento básico.

CASO 3: Si una madre pierde a su camada, su organismo activa rápidamente los ovarios para volver a reproducirse. Esta respuesta biológica busca asegurar la supervivencia de la especie, permitiendo que la madre tenga una nueva camada.

En la mayoría de los animales, no se observa un proceso de duelo similar al que experimentamos los seres humanos. En lugar de eso, cuando enfrentan una experiencia de vida o muerte, desarrollan síntomas adaptativos que les ayudan a sobrevivir. Estos síntomas pueden incluir respuestas fisiológicas, cambios en el comportamiento y adaptaciones físicas que les permiten enfrentar eficazmente situaciones de peligro.

¿Qué es lo primero que hacemos cuando nos enfermamos? 

Generalmente, cuando nos enfermamos, lo primero que hacemos es tratar de deshacernos de la enfermedad erradicando los síntomas. Es algo natural el tratar de evitar las molestias que nos aparecen a causa de la enfermedad. Sin embargo, si tenemos un hueso roto, conocemos que llevará un tiempo el que se repare. No es simplemente tomarse una pastilla para acelerar el proceso o intentar detenerlo porque “no nos gusta”. 

El desafío es comprender que cuando se presenta una situación de estrés biológico, el organismo activa unos mecanismos de curación natural. Se trata de encontrar el significado de las experiencias en el presente y preguntarnos si sirven para algo, aunque no disfrutemos de estas experiencias.

El estrés y la enfermedad

La tarea que debemos realizar en la biodescodificación es familiarizarnos con el lenguaje biológico de nuestro cuerpo con el objetivo de liberar el estrés que vamos almacenando, proporcionar herramientas y ayudar a examinar la estructura de nuestra vida diaria.

Debemos identificar los eventos que nos producen un estrés a través de las sensaciones corporales que tenemos, conectando con nuestro propio cuerpo y así poder liberar ese estrés acumulado. Una vez que identifiquemos estos eventos, debemos descubrir los recursos necesarios para poder llegar a la autocuración. Este es un proceso biológico en el cual nuestro cuerpo nos indicará si hemos logrado resolver el conflicto y eliminar el estrés.

Es importante tener en cuenta que nuestro cerebro no distingue entre eventos reales, simbólicos, virtuales o imaginarios, lo que significa que podemos procesar eventos del pasado, presente y proyectarlos hacia el futuro. Debemos explorar el mecanismo de la codificación a través del cual el cuerpo desarrolló la enfermedad, con el objetivo de liberar el estrés acumulado.

Tenemos la costumbre de repetir de una manera sistemática todo lo que hemos ido aprendiendo y por ello, muchos de nuestros problemas actuales, tienen su origen en el pasado. El origen se puede encontrar en nuestra niñez, nacimiento, embarazo, concepción; o incluso en asignaturas pendientes de nuestros antepasados ​​de quienes copiamos modelos o “formas de vivir”.

5 Puntos fundamentales de la biodescodificación

La unidad de la mente y el cuerpo

La biodescodificación considera que existe una estrecha relación entre la mente y el cuerpo. Cuando a las experiencias no resueltas, como el estrés crónico, los traumas, los conflictos internos o los patrones negativos de pensamiento, no las solucionamos en el momento que nos ocurren, pueden llegar a afectar a la homeostasis del cuerpo y debilitar nuestro sistema inmunológico. Estos patrones mentales y emociones reprimidas o mal gestionadas, pueden manifestarse en forma de síntomas físicos, trastornos o enfermedades.

Por ejemplo, el estrés crónico puede desencadenar respuestas fisiológicas como la liberación de hormonas del estrés (como el cortisol) que pueden afectar negativamente al sistema inmunológico y a otros sistemas corporales. Asimismo, las emociones negativas persistentes pueden generar tensión muscular, alteraciones en la respiración, cambios en los ritmos cardíacos y otras respuestas físicas que, a largo plazo, pueden contribuir al desarrollo de enfermedades.

Significado simbólico de las enfermedades

La biodescodificación sostiene que las enfermedades físicas y los síntomas que experimentamos no son meramente eventos aleatorios o accidentales, sino que tienen un significado simbólico más profundo. Según esta perspectiva, cada enfermedad puede considerarse como un mensaje del cuerpo, una forma en la que se expresa un conflicto emocional o una necesidad no satisfecha.

Cada órgano o sistema del cuerpo se cree que tiene una correlación específica con ciertos aspectos emocionales y psicológicos. Por ejemplo, el corazón puede estar asociado con el amor, las arterias con la resistencia o el flujo vital, los pulmones con la capacidad de tomar la vida plenamente, y así sucesivamente. Los síntomas o enfermedades que afectan a estos órganos se interpretan como expresiones físicas de los desequilibrios emocionales relacionados.

La biodescodificación busca descifrar estos mensajes del cuerpo a través del análisis de los síntomas y enfermedades, así como la exploración de la historia personal y las vivencias emocionales del individuo. Se considera que los conflictos emocionales no resueltos se almacenan en el inconsciente y pueden manifestarse en el cuerpo como síntomas físicos. Por lo tanto, al identificar el órgano afectado y comprender el significado simbólico detrás de la enfermedad, se puede acceder al conflicto emocional subyacente y trabajar para resolverlo.

Programas inconscientes y la herencia transgeneracional

En la biodescodificación se sostiene que los conflictos emocionales no resueltos tienen la capacidad de influir en nuestra salud y comportamiento. Estos conflictos pueden estar arraigados en el inconsciente, es decir, en una parte de nuestra mente que no es conscientemente accesible. Se cree que estos programas inconscientes pueden haber sido heredados de generaciones anteriores o adquiridos a lo largo de nuestra vida.

Desde la perspectiva de la biodescodificación, nuestros ancestros pueden transmitir información emocional y patrones de comportamiento a través de la herencia transgeneracional. Esto significa que los conflictos y traumas no resueltos experimentados por nuestros antepasados pueden influir en nuestra propia salud y bienestar. Estos programas inconscientes pueden manifestarse en nuestra vida como patrones repetitivos de comportamiento, emociones recurrentes o incluso como síntomas físicos.

Además de la herencia transgeneracional, se considera que los conflictos emocionales no resueltos que adquirimos durante nuestra vida también pueden afectar nuestra salud. Estas experiencias pueden incluir traumas, eventos estresantes, relaciones problemáticas o situaciones emocionales intensas que no han sido procesadas adecuadamente. Estos conflictos pueden quedar almacenados en nuestro inconsciente y tener un impacto en nuestro cuerpo y mente.

La biodescodificación busca identificar y desentrañar estos programas inconscientes, permitiendo que emerjan a la conciencia y se aborden de una manera efectiva.

Una mujer con los ojos cerrados y practicando una manera de meditar en la vida diaria

Descodificación emocional

La biodescodificación es un enfoque terapéutico que busca ir más allá de los síntomas físicos de una enfermedad para identificar y comprender las emociones subyacentes que pueden estar relacionadas. Esta metodología reconoce que las experiencias personales, los eventos traumáticos y los patrones emocionales desempeñan un papel fundamental en nuestra salud física y bienestar general.

En la práctica de la biodescodificación, se realiza un análisis detallado de la historia personal del individuo, buscando identificar los eventos o situaciones emocionalmente significativos que podrían estar relacionados con la aparición de la enfermedad o el síntoma. Se exploran los patrones emocionales recurrentes, los traumas pasados, las relaciones problemáticas y cualquier experiencia significativa que pueda haber dejado una huella emocional profunda.

El objetivo es desentrañar el conflicto emocional subyacente y comprender cómo este conflicto puede haber contribuido a la manifestación de la enfermedad o el síntoma físico. A través de un diálogo terapéutico, se busca que el individuo tome conciencia de las emociones y los sentimientos reprimidos, así como de los patrones de pensamiento limitantes o negativos asociados.

La biodescodificación brinda un espacio seguro y de apoyo para que la persona explore y procese estas emociones, permitiendo una liberación y una resolución emocional profunda. Al tomar conciencia de los conflictos emocionales subyacentes y trabajar en su sanación, se busca restablecer el equilibrio emocional y, en consecuencia, promover la salud física y el bienestar integral.

Liberación y resolución

Una vez identificado el conflicto emocional asociado, en la biodescodificación se busca liberar y resolver dicha emoción para promover la sanación integral. Para lograrlo, se utilizan diversas técnicas terapéuticas específicas diseñadas para facilitar la liberación emocional y el procesamiento de las experiencias traumáticas o bloqueadas.

Una de las técnicas comunes utilizadas en la biodescodificación es la terapia de conversación, donde el terapeuta brinda un espacio seguro y de escucha activa para que la persona pueda explorar y expresar libremente sus emociones relacionadas con el conflicto. A través del diálogo terapéutico, se fomenta la comprensión y la aceptación de las emociones, lo que puede conducir a su liberación y a una mayor integración emocional.

Además de la terapia de conversación, se utilizan otras herramientas terapéuticas efectivas para la liberación emocional. La visualización guiada es una técnica que permite a la persona conectar con su mundo interno y explorar simbólicamente las emociones asociadas al conflicto. La hipnosis puede ser empleada para acceder al subconsciente y trabajar directamente con los patrones emocionales arraigados.

La meditación es otra práctica utilizada en la biodescodificación para promover la relajación, la atención plena y el autoconocimiento. A través de la meditación, se puede cultivar una mayor conciencia de las emociones, permitiendo su reconocimiento, aceptación y liberación.

Mujer meditando en el mar y el despertar espiritual

Asimismo, existen otras técnicas de liberación emocional, como la EFT (Técnica de Liberación Emocional), el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) y diversas técnicas de respiración y somaticidad, que pueden ayudar a desbloquear y liberar las emociones atrapadas en el cuerpo.

Entender para curar

Los estados emocionales que transitamos, como la irritación, la desánimo o la desesperación, no pasan desapercibidos. Todos hemos experimentado cómo un conflicto interno puede manifestarse físicamente:

«Una discusión con mi madre y siento malestar estomacal.»

«Mi trabajo no me satisface y mi espalda protesta al acostarme.»

«Una disputa con mi pareja y mi garganta se resiente, mi voz se quiebra.»

«La visita a mis padres seguida de un resfriado intenso.»

Cuando nos enfrentamos a conflictos, nuestro cerebro los interpreta como amenazas, generando altos niveles de estrés. Curiosamente, la enfermedad emerge como un mecanismo instintivo para restaurar el equilibrio perdido.

Los síntomas que experimentamos se moldean según nuestra percepción del conflicto causante de estrés. Comprender la relación entre el estrés y los síntomas es esencial para liberarlos y recuperar nuestro bienestar.

Sin embargo, para alcanzar ese estado de bienestar, debemos primero sintonizar con las señales de nuestro cuerpo, evaluando si vivimos acorde a nuestros deseos. La Descodificación Biológica tiene como meta sanar a través de la comprensión profunda.

Mujer con los ojos cerrados en la playa aprendiendo a percibir la energía y comprender la biodescodificación

¿Cómo sanamos nuestras emociones?

Cada experiencia que vivimos encuentra su hogar en las profundidades de nuestro cerebro, adoptando la forma de recuerdos. Con un simple vínculo hacia nuestras sensaciones corporales y emociones, podemos acceder a estos recuerdos y revivir instantáneamente esos momentos.

Las emociones primordiales, arraigadas en los eventos desafiantes de nuestra vida, emergen como la tristeza, la molestia, el resentimiento, la ira y la agresión. Al reconectarnos con estos recuerdos cargados de emoción, somos capaces de desentrañar las heridas emocionales que atesoramos desde nuestra infancia.

Desde que somos niños, absorbemos cómo nos vemos a través de los ojos de los demás, cómo escuchamos con los oídos de los demás, cómo nos valoramos a la luz de las percepciones de los demás, y cómo nos respetamos en concordancia con el trato que recibimos de los demás. En nuestro proceso de crecimiento, internalizamos estos patrones y buscamos el reconocimiento que aprendimos a anhelar en nuestra niñez.

Cuando la sensación de no haber sido vistos, escuchados, valorados, respetados o apreciados se instaura en nosotros, nuestra confianza en sí mismos se resiente de manera significativa. Como resultado, nuestra habilidad para lidiar de manera saludable con circunstancias y eventos similares se ve afectada. En consecuencia, nos encontramos atrapados en la repetición de patrones de comportamiento cuando enfrentamos situaciones estresantes.

Cada lección aprendida, cada vivencia experimentada y cada emoción sentida contribuyen a forjar nuestra personalidad y la manera en que respondemos a eventos paralelos. Si poseemos la capacidad innata de regular nuestro propio equilibrio interno, entonces también poseemos el poder de transformar y sanar nuestras emociones. Cada componente puede ser reconstruido, incluso las heridas emocionales.

Adentrarnos en el origen de estas heridas emocionales nos otorga el conocimiento esencial para convertirnos en observadores imparciales de nuestras reacciones. Este cambio de perspectiva nos concede la capacidad de dar un paso atrás, lo que a su vez nos habilita a elegir la mejor acción a tomar en cada situación. Al entender el porqué detrás de nuestras respuestas emocionales, nos convertimos en maestros de nuestra propia narrativa, en lugar de ser esclavos de respuestas automáticas.