A la hora de criar niños espirituales, tenemos que entender que ellos son demasiado pequeños como para entender los distintos conceptos abstractos de la vida, tienen otras habilidades que les sirven en términos de espiritualidad: por naturaleza son unos curiosos innatos sobre el mundo, no tienen problemas para creer en cosas que no pueden ver, viven casi completamente en el momento presente y tienen una increíble sensación de asombro: son seres espirituales innatos.
Puede que nuestro hijo sea pequeño como para educarle con una enseñanza espiritual un poco mas seria. Pero podemos comenzar a desarrollar su lado espiritual de otras maneras. No importa que pequeño sea como para realizar ciertos pasos, que le serán muy útiles a la hora de crear una base que pueda ayudarle durante las futuras dificultades que puedan aparecerle más adelante en su vida. Un niño que es espiritual, a menudo tiende a ser más feliz, alegre y más resistente, cuando surgen problemas en la vida.
Existen estudios e investigaciones, que muestran que los niños que tienen relaciones activas positivas con la espiritualidad, tienen un 40 % menos de probabilidades de usar y abusar de ciertas sustancias, un 60 % menos de probabilidades de estar deprimidos en la adolescencia y un 80 % menos de probabilidades de tener relaciones sexuales peligrosas o sin protección, en comparación con otros adolescentes.
La espiritualidad en los niños
La espiritualidad en los niños, se refiere a la relación con un poder superior, ya sea la naturaleza, Dios, el universo, incluso un árbol. La clave es que esta fuerza tenga un lugar orientador y activo en la vida diaria del niño. También se advierte que una religión sin espiritualidad puede tener un impacto opuesto y negativo.
«La espiritualidad es un sentido interno de relación con un poder superior que nos ama y nos guía. La palabra que le damos a este poder superior puede ser Dios, naturaleza, espíritu, universo, creador u otras palabras que representan una presencia divina. Pero lo importante es que la espiritualidad abarca nuestra relación y diálogo con esta presencia superior». – Dr. Lisa Molinero
Características de los niños espirituales
La espiritualidad de los niños y los jóvenes, puede fomentarse mediante diversas acciones como la meditación, la oración o simplemente con largas caminatas en la naturaleza. En actividades como estas se pueden desarrollar características como:
- La conexión con nuestro yo superior.
- Una forma de vida basada en la atención plena y la espiritualidad.
- Un sentido interno de una relación con un poder superior que nos ama y nos guía.
- Una gran sensación de paz interior.
- Curiosidad por muchos aspectos de la vida.
- Sensación de asombro hacia toda la creación.
- Un profundo sentido de empatía con los demás.
- Una gran capacidad de análisis de nuestro interior.
- Capacidad de resistencia hacia los problemas que puedan surgir en nuestra vida.
- Alegria y optimismo.
- Sentido de pertenencia a algo superior y una conexión con los demás.
11 pasos para criar niños espirituales
1. Intenta no consentirles demasiado
Evita el consentir demasiado a tus hij@s al darles muchas cosas, al realizar tareas por ellos cuando deberían estar haciéndolas ellos mismos, establece reglas razonables y asigna la realización de tareas del hogar.
Existe una relación entre el exceso de indulgencia infantil y la espiritualidad o la falta de ella. Adultos que fueron mimados en exceso cuando eran niños, se sienten con derecho a más en todo lo que les rodea, no están interesados en el crecimiento espiritual, tienen dificultades para encontrar un sentido a la vida en tiempos de adversidad, y son menos aptos para desarrollar una relación personal con un poder superior a ellos mismos.
2. Estate atento a las preguntas y experiencias espirituales de tu hijo.
Todo el mundo tiene preguntas relacionadas con la espiritualidad, incluso nuestros hijos. Si ignoramos las preguntas que pueden hacernos, asumirán que el tema está fuera de los límites o no es tan importante. A continuación te presentamos algunas de las preguntas mas comunes con las que nuestro hijo o hija puede estar dudando.
- ¿Por qué les pasa cosas malas a la gente buena?
- ¿Cómo pueden sentir las personas gratitud, después de sufrir momentos difíciles?
- ¿Por qué no le gusto a la gente?
- ¿Existe un Dios o un poder superior?
- ¿Cuál es mi relación y responsabilidad con el medio ambiente?
- ¿Qué sucede después de morir?
- ¿Por qué hay pobreza y sufrimiento en el mundo?
- ¿Cuál es la relación entre la ciencia y la religión?
- ¿Cuál es el significado de la vida?
Es posible que no sepamos las respuestas a muchas de las preguntas que nos hace nuestro hij@. Sin embargo, si le contestamos con un breve «no sé» o «nadie sabe», ya estaríamos de alguna manera cerrando la conversación. Discutir estas preguntas es clave para su desarrollo espiritual. Puedes comenzar tu respuesta preguntándole qué piensa ella o pedirle que nos haga un dibujo y nos cuente algo al respecto.
Por ejemplo, es posible que tu hijo o hija no tenga la capacidad de comprender a dónde van las personas cuando mueran, pero aún así podemos hablar de ello con honestidad. Se breve y simple: «Nadie lo sabe con seguridad, pero algunas personas creen que nacen de nuevo en un cuerpo nuevo. Otras personas piensan que van al cielo».
Si tienes una creencia fuerte, compártela con ellos. Si no, está bien admitir que hay algunas preguntas que las personas pasan toda su vida tratando de resolver, y esta podría ser una de ellas.
3. Fomenta el descubrimiento espiritual propio de tu hijo o hija.
El desarrollo espiritual requiere también el apoyar el propio camino espiritual de cada uno. Entonces, aprovechemos cada oportunidad para apoyar este descubrimiento espiritual de nuestro hij@. No tenemos que estar de acuerdo con ellos, simplemente debemos estar interesados, ser curiosos y estar abiertos a desarrollar su propia exploración. Las oportunidades de desarrollo son muy comunes alrededor de los 12 años y duran hasta la edad adulta. Esta es una etapa en la que nuestro hij@ comienza a pensar de una manera abstracta; pensamientos de «si …. entonces… » y «qué pasaría si …».
4. Practica el silencio.
Una vez al día o una vez a la semana, intenta dedicar aunque sea solo un minuto, para sentarte en silencio con tu niñ@ pequeño. Este momento de silencio no necesita ser presentado como una meditación, sino simplemente como una oportunidad para quedarse quieto y escuchar los sonidos que existen a nuestro alrededor. Después de esto y en cualquier momento del día, ayudará a ponerle en contacto con los sonidos generales de la vida diaria.
5. Introduce la espiritualidad desde el principio.
Los niños pequeños no entienden quién es nuestro yo superior, pero tampoco entienden realmente que es el abuelo. Aún así, quieres que conozcan a la abuela, y por ello comienzas a hablar de ella desde el primer día. Es la misma idea con un ser superior. Así como nuestro hij@ cree en tu palabra de que la abuela es una persona importante en su vida, también creerá en tu palabra de que un ser superior también lo es.
Incluso si no crees en un ser superior, vale la pena hablar con tu hij@ al respecto. Los niños van a escuchar acerca de Dios por todas partes, y si no le ponemos nuestro propia visión, con nuestros propios valores, absorberán los de otra persona.
Al introducir prácticas espirituales cuando es pequeño, como por ejemplo encender unas velas o cantar unos mantras juntos, tu hij@ las verá como una parte natural de la vida y tendrá una influencia espiritual en él.
6. Alentar, valorar y modelar valores y comportamientos no materialistas.
Existe una relación que normalmente suele ser negativa entre el materialismo y la espiritualidad, por lo que es importante que los padres y madres fomenten y modelen valores no materialistas. Esto será un verdadero desafío en la sociedad en la que nos a tocado vivir. A menudo recompensamos a nuestros hij@s con cosas como juguetes, teléfonos, juegos de consola, etc… por ser buenos. Por el contrario, normalmente quitamos las cosas cuando nuestro hij@ se porta mal. Si esta estrategia se usa en exceso para formar a los niños, conseguimos en cierta manera inculcar unos valores materialistas al enseñarles a conseguir objetos cuando realizamos algo bien y no un triunfo interior.
7. Inculcar el aprecio por la naturaleza.
La naturaleza es un gran lugar para encontrar inspiración y un sentido de espiritualidad. A los niños les encanta aprender con todos sus sentidos: les encanta coger una piedra, saltar en un charco o perseguir a una mariposa.
Ayudemos a nuestros hij@s a ver la naturaleza como algo precioso, demostrando nuestro propio amor y respeto hacia ella. Cuando salgamos a caminar por el bosque o hagamos un picnic, limpiemos la basura (y los de los demás) y se considerado con los animales que están en su hábitat.
Planta un semilla con tu hij@ y hazle parte de la rutina diaria de controlar juntos el progreso de la planta. Construye un montón de abono para que tu hij@ pueda ver cómo las sobras de las comidas se convierten en tierra que usaremos en alimentar a las plantas. Preséntale la idea de que la Tierra es un regalo y que nuestra supervivencia depende del cuidado del planeta.
8. Aclara tus propias creencias.
Ya sea que practiques o no una religión, deberías tener muy claro en qué crees para fomentar la espiritualidad en tu hij@. Eso no significa que tengas que tener las respuestas a todas las preguntas, pero puedes tomarte un tiempo para considerarlas: ¿Crees en un ser superior?… ¿Como crees que fue la creación del mundo?… ¿Qué crees que sucede cuando una persona muere?…
Además de tus propias creencias, considera qué tipo de educación espiritual deseas para tu hij@. Si tu y tu pareja tenéis creencias diferentes, es aconsejable decidir cómo abordareis la espiritualidad del niño, antes de que tenga la edad suficiente para confundirse con las diferentes opiniones.
9. Cuenta historias a los niños espirituales.
Las tradiciones espirituales de las distintas culturas del mundo, están llenas de historias diseñadas para explicar todo; desde cómo se creó el mundo, hasta por qué la gente a veces hace cosas malas. Cuéntale a tu hij@ como existen diferentes culturas con diferentes creencias, mitos y tradiciones.
Intentar leer juntos historias de diferentes culturas como podría ser una Biblia ilustrada, un libro de mitología hindú o algún cuento popular judío. Leer estas historias le dará a tu hij@ la oportunidad de hacerse preguntas, si no es ahora, será cuando sea mayor.
10. Hazlo divertido.
La religión y la espiritualidad deben tratarse de una forma alegre en vez de una forma sombría y seria. Podemos intentar dibujar con él o ella un cuadro de Dios, inventar nuestra propia historia de sobre cómo surgió el mundo o simplemente imaginar cómo es el mas allá. Crear una obra de teatro o un espectáculo de títeres basado en historias de la creación, también puede ser algo muy positivo para ellos.
Intentar realizar lo que la gente espiritual ha hecho durante siglos: ¡cantar y bailar!. Si no conoces ninguna melodía como para realizar esto, busca por internet ya que existen muchas canciones de música de este tipo disponibles. No te olvides de explorar canciones y cánticos de otras culturas o tradiciones.
11. Presenta una forma simple de oración.
Si en tu práctica espiritual acostumbras a realizar algún tipo de oración como podría ser un mantra, explícale a tu hij@ que es algo para conectarse con una fuerza superior, no algo como para realizar los domingos o solo para momentos en los que necesitemos ayuda con algo. Una simple oración de agradecimiento antes o después de las comidas puede ser una forma fácil y efectiva de inculcar el aprecio por los aspectos básicos de la vida.
Si nuestro hij@ es demasiado pequeño como para hacer sus propias oraciones, puedes sugerirle una frase simple como «Gracias por…» y que él o ella la acabe.
Si no somos de realizar oraciones ni mantras, aunque sea podemos enseñarles a dar agradecimientos por las cosas mas simples de la vida como el echo de tener una cama cómoda, por una hermosa flor o simplemente por el cariño de nuestro perro.